La Arquidiócesis Primada de México urgió a emprender un verdadero desarme en las calles, “en un país herido por la violencia; el anhelo de paz no puede ser una consigna vacía, ni un llamado abstracto. Debe ser una tarea urgente y concreta”, demandó.
En el editorial del semanario Desde la fe, la Iglesia recordó a los jesuitas Javier y Joaquín, asesinados hace tres años en Cero agua, Chihuahua, cuyos testimonios y de tantas víctimas silenciadas, hacen notar que la paz verdadera no se decreta, sino que se construye en comunidad, con oración, con justicia, con acciones cotidianas que rompan los círculos del odio.
“Hoy más que nunca necesitamos desarmar nuestras calles. No solo de las armas físicas que quitan la vida, sino de las armas simbólicas que dividen, desprecian y deshumanizan: el lenguaje de odio, la indiferencia, la corrupción, la mentira. Porque la violencia no empieza con el disparo, sino con la exclusión y el olvido”, enfatizó.
La Arquidiócesis expresó que “la sangre de las víctimas, especialmente de los inocentes, debe convertirse en semilla de paz”, y agregó que su memoria no puede perderse en el ruido de la resignación.

En el texto, indicó que cada vida truncada por la violencia “es una lágrima que el Padre recoge y una semilla que, con valentía, debemos regar para que germine justicia y reconciliación”.
Apuntó que una de las semillas que sembró la búsqueda de justicia tras la muerte de los padres Javier y Joaquín fue el Diálogo Nacional por la Paz, que ha logrado reunir a miles de personas para trabajar por iniciativas de reconciliación desde la familia, las escuelas, la universidad y en las propias calles de los pueblos, colonias y ciudades.
En ese contexto, hizo eco del llamado que recientemente realizó el Diálogo Nacional por la Paz, para formar un “nosotros” amplio, diverso, valiente, capaz de arropar, de exigir, de denunciar y de trabajar para detener la violencia y construir la paz.
“Para desarmar nuestras calles, no basta con esperar que otros actúen. La construcción de la paz nos interpela a todos: a la Iglesia, a los gobiernos, a las organizaciones ciudadanas, a la sociedad. Nuestro país urge de un ‘nosotros’ valiente, capaz de arropar al que sufre, de denunciar lo que está mal, y de tender la mano para transformar”, estableció.
La Arquidiócesis Primada a cargo del cardenal Carlos Aguiar Retes, refirió que trabajar por la paz no es una opción secundaria del Evangelio, es un mandato directo del Señor, que dejó el ejemplo a través de su paz “desarmada y desarmante”, como lo ha señalado en varias ocasiones el Papa León XIV.
“Que el clamor de las víctimas nos despierte. Que la Palabra de Dios nos incomode. Que el Espíritu Santo nos impulse a ser sembradores de paz. Que la sangre derramada no sea en vano, sino que fecunde un país nuevo, donde la vida sea respetada, cuidada y celebrada”, finalizó.

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