Y fue la Iglesia católica la que, nos comentan, ayer subió también el tono tras lo ocurrido en Uruapan. Y es que la Conferencia del Episcopado, encabezada por el obispo Ramón Castro, refirió que el cobarde asesinato del alcalde Carlos Manzo se suma a una “preocupante cadena de crímenes” contra quienes construyen la paz. Y no sólo eso, sino que advirtió que tras el homicidio, “no basta con la aprehensión del asesino”. Un señalamiento mayor, nos dicen, viene en el documento en la parte donde enumera hechos que “reflejan un grave debilitamiento del orden constitucional que los gobiernos, a nivel municipal, estatal y federal están obligados a garantizar”. Y llama a combatir el verdadero crimen: “La vida amenazada de miles de ciudadanos que día con día ven ultrajadas sus libertades”. No se dio permiso la Iglesia, nos hacen ver, de mencionar nada sobre la reducción de la incidencia de homicidios que reporta el Gobierno federal. Uf.
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