“El gobierno nos ha perdido”, acusan

El colector 13, ciudad olvidada tras sismos

El campamento se construyó con 13 módulos un año después del terremoto de 1985; en total, ahora lo habitan 260 familias de las que sólo 150 tienen el derecho a una vivienda

Casas de lámina de los damnificados del sismo de 1985, ayer.
Casas de lámina de los damnificados del sismo de 1985, ayer.Foto: Daniela Gómez / La Razón
Por:

A un costado de la salida de la estación del Metro Lindavista, hay decenas de casas de lámina, oxidadas y viejas, algunas pintadas de blanco, azul, verde o del color gris metálico del aluminio, cuyos habitantes convierten en un viaje al pasado el 19 de septiembre de 1985, en el que damnificados, los que aún viven, esperan una vivienda, demanda a la que se han sumado sus hijos y nietos, conocidos entre ellos como Los desdoblados.

Cómo es vivir aquí: cuando hace mucho frio pues esto parece hielera, con calor parece un microondas y lo hemos aguantado y soportado, somos personas trabajadoras. (…) tenemos muchas maneras de comprobar que somos merecedores de una vivienda digna

Isabel Morales
Representante del campamento

La entrada más cercana a esta ciudad invisible es una pequeña reja, cerca de una tienda, las calles son laberintos angostos con pavimento disparejo o tierra suelta, que permiten recorrer los 13 módulos del campamento El Colector 13, instalado en 1986, un año después del terremoto; son casas improvisadas que también tienen historias de lucro, división, para beneficiar con un techo a unos cuantos.

El refugio, ubicado en un predio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de mil 105 metros, en la calle que lleva su mismo nombre, esquina con Avenida Instituto Politécnico Nacional, frente al Hospital Regional 1° de octubre; al inicio tenía como objetivo dar hogar temporal a las 300 familias que se quedaron sin casa tras los sismos de 1985, hasta ayer, 19 de septiembre, a 36 años unas 50 familias siguen a la espera de un lugar digno para vivir.

Algunas casas cuentan con baño propio, —hay sanitarios colectivos que están bajo llave para evitar más contagios—, otras tienen decenas de “diablitos” para tener luz y agua, a la que muchos acceden en una hilera de tambos y cubetas.

“No somos una ciudad perdida, el gobierno nos ha perdido que es diferente, porque aquí estamos”, expresó a La Razón Liliana Gabriela Ortiz Guadarrama, una de las representantes de la Asociación Civil Colector 13, que busca junto a Janett Isabel Morales que las autoridades le resuelvan lo que por derecho les corresponde.

En 1986, año que comenzaron a instalarse, se llevó a cabo la Copa Mundial número 13, justa deportiva que se celebra cada cuatro años y que en el 2022 disputará la edición 22, en sí, llegaron en el segundo tramo del entonces presidente Miguel de la Madrid, y aquí han sobrevivido otros cinco sexenios, y ya van a la mitad del camino de la 4T. Han sido tres generaciones de familias que siguen, y al parecer, seguirán.

“Cómo es vivir aquí: cuando hace mucho frio pues esto parece hielera, y con calor parece un microondas, lo hemos aguantado y soportado, somos personas trabajadoras. (…) tenemos muchas maneras de comprobar que somos merecedores de una vivienda digna. Cuando fue el sismo, hace 36 años, me hubieran dicho estás casada y estás procreando un hijo, pues a la mejor te la compro de que sea un desdoblado, pero no lo soy”, expresó Isabel Morales, representante del campamento.

Explicó que con los años, más personas se han sumado, víctimas también de desastres naturales, como el desgajamiento del cerro de Coatepec, Estado de México, también en septiembre, pero de 2010, luego de que autoridades pidieron que ahí hicieran antesala para obtener una vivienda.

Morales agregó que en total son 260 familias las que habitan en el predio, de las cuales 150 conservan el derecho a una vivienda digna, de éstas, la tercera parte son por el sismo de 1985; sin embargo, denunció que hay personas que lucraron con el hecho porque les dieron un departamento en Insurgentes Norte 1190 y traspasaron o rentaron esos lugares.

“Las demás personas, lo lamento, pero son quienes han estado ingresando al campamento, que tienen su departamento allá, en su momento lo rentaron y regresaron, hay otras que vendieron sus viviendas (las que tenían en El Colector 13), pero ya están viviendo allá (en departamentos que dio la autoridad)”, detalló.

Por separado, Liliana Ortiz explicó que aunque las familias que se fueron agregando con los años no son víctimas del sismo, igual se les representa en la mesa directiva que votó por ellas, por el hecho de vivir en el campamento a causa de un desastre.

Antes, hubo un convenio en el que se decía que una vez entregada una vivienda, desaparecería una casa del campamento, lo cual, aseguró, no ha pasado “porque los encargados anteriores violentaron esas cláusulas por intereses propios”.

En ese sentido, la mujer aclaró que otras cláusulas tampoco se respetaron: que toda la gente del campamento iba a salir, pero “mucha gente vio un pedacito desocupado y dijo: eso es mío y lo vendo”.

Destacó que la antigua administración que duró varios años, se llevó a “su gente” y olvidó a los demás a la deriva, el último oficio con la solicitud de vivienda fue entregado hace un par de meses, y allí siguen, a la espera de respuesta, incluidos los desdoblados, quienes sus propios vecinos consideran no merecen una vivienda.