Causa polémica el predicador de la ametralladora

5ed62b1f9587e.jpeg
Foto: larazondemexico

Difícil catalogarlo como héroe o villano

Madrid.- Otra historia relacionada con Joseph Kony y el LRA, y que ha pasado más o menos desapercibida en España, es la del “Machine gun preacher”, el predicador de la ametralladora.

Se trata de Sam Childers, un estadounidense nacido en 1962, su historia personal hasta que acabó en Sudán del Sur persiguiendo a Joseph Kony, que verdaderamente es de película.

Hace unos meses Hollywood estrenó un rodaje con ese nombre “Machine Gun Preacher”.

Childers, durante su adolescencia, empezó a consumir y a traficar con drogas. Definido como muy violento, su juventud siguió por el mismo camino y acabó siendo miembro de varios grupos de motoristas camorreros como los “Ángeles del Infierno”.

Pero en 1992, convencido por su novia, una antigua stripper a la que conoció vendiendo drogas, Childers encontró a Jesús y se convirtió en un cristiano renacido. Fue entonces cuando dejó su vida de drogas, peleas y crímenes, para fundar una iglesia en un pueblo de Pennsylvania.

En 1998 viajó por primera vez y como voluntario en proyectos de rehabilitación a Uganda y al sur de Sudán, fue allí cuando descubrió las atrocidades cometidas por el LRA, lo que le llevó a tomar justicia por su propia mano: se empeñó en dar caza personalmente a Joseph Kony y en rescatar, por la fuerza, a los niños que el LRA había secuestrado.

"Encontré a Dios en 1992. Y encontré a Satán en 1998", suele decir Childers a los periodistas, refiriéndose a Kony.

Childers cuenta que organizó una pequeña milicia personal a partir de miembros del SPLA, que entonces era el principal grupo rebelde del sur de Sudán y hoy es el ejército del Sudán del Sur independiente.

Childers y sus hombres, con apoyo del SPLA, recibían inteligencia sobre las actividades del LRA en la zona y se lanzaban en su persecución en camiones y cargados de armas.

El objetivo era liberar a los niños secuestrados y además, la esperanza y meta personal de Childers era encontrar y matar a Joseph Kony.

En 2001, Childers fundó un orfanato en Nimule, un pueblo sursudanés junto a la frontera con Uganda, para dar alojamiento y cuidado a víctimas del LRA y a niños que él y su milicia habían encontrado.

El orfanato se llamaba “Shekinah Fellowship Children's Village” y la organización que Childers había creado para gestionar sus operaciones se llamó “Angels of East Africa”.

Dándole este nombre, Childers había pasado de ser un Ángel del Infierno en su juventud a un Ángel del Este de África.

Todo esto según la película, que está basada en un libro autobiográfico de Childers titulado"Another Man's War” (La guerra de otro hombre), publicado en 2009.

En el libro, Childers cuenta cómo siempre saltaba a su camión con su rifle AK-47, para así poder conducir con una mano y disparar por la ventanilla con la otra. También narra escenas en las que él y su milicia se enfrentan a tiros con el LRA y en entrevistas admite haber matado a varios miembros del LRA.

En este momento pueden surgir varias preguntas. ¿Por qué apenas extrañó que este hombre se estableciera en un país extranjero, consiguiera armas, reclutara una milicia personal a partir de un grupo rebelde y se lanzara a la caza de otro hombre con la idea declarada de matarlo?

O cómo es que fueron muy pocos los que señalaron lo curioso de que ambos: Childers y Kony reclaman tener a Dios de su lado cuando matan a otras personas, como señala Ian Urbina en el retrato de Childers, que escribió para Vanity Fair. Y, por supuesto, ¿Cómo es posible que Hollywood tardara tanto en descubrir el filón de la historia del predicador de la ametralladora?

Para un periodista o cineasta o para alguien que trata de documentar la realidad, la historia de Childers es, como se suele decir, demasiado buena para ser cierta.

Lo tiene todo: un héroe —además blanco y de los nuestros— con un oscuro pasado, que se redime y se marcha a África a salvar niños a base de disparos.

Y un villano horrible al que hoy ya muchos sí conocen (o al menos han oído su nombre): Joseph Kony. Y si uno tiene un mínimo espíritu crítico, el tema también tiene polémica y da para el debate.

Porque, además y como también suele pasar, parece que la historia de Childers realmente es demasiado buena para ser cierta.

En el reportaje de Vanity Fair y en otras entrevistas, Childers alardea de suministrar armas al SPLA y a algunos grupos en Ruanda y en la República Democrática del Congo.

Llega a decir que compra las armas a los rusos pero no entra en más detalles y se enfada cuando el periodista le hace más preguntas. Urbina describe cómo uno de los edificios en la finca del orfanato, llamado 'la iglesia', es en realidad un depósito de armas lleno de lanzagranadas, rifles AK y muchísima munición.

Aparte de lo cuestionable de guardar estos juguetes en un orfanato lleno de niños, Childers podría haber incurrido en tráfico ilegal de armas y haberlas vendido en lugares sobre los que pesaban prohibiciones internacionales sobre la venta de armas.

Además, y de nuevo irónicamente, Childers decía rescatar a niños que el LRA obligaba a ser soldados, pero vendía armas al SPLA, que en aquella época también usaba a niños soldados.

Para complicar aun más las cosas, cuando los rumores sobre una película empezaron a hacer el nombre de Childers más conocido, el entonces portavoz del SPLA emitió un comunicado en el que negaba que el SPLA hubiera trabajado con Childers o lo conociera siquiera.

Más adelante, otro oficial del SPLA admitió haber dado permiso a Childers para que construyera el orfanato y llevara armas para su propia defensa, pero insistió en que el SPLA y Childers nunca habían luchado juntos e incluso dijo que Childers nunca se había enfrentado al LRA.

También hay que decir que el SPLA, ya entonces preparándose para ser el ejército de un Estado independiente, pudiera querer distanciarse de sus actividades con Childers.

Pero ahí no pararon las alegaciones. Líderes religiosos y activistas locales y un médico estadounidense afirmaron que el orfanato de Childers descuida a los niños, que están sucios, pasan hambre y caen enfermos.

Childers pasa muy poco tiempo en este orfanato y, aunque niega esas acusaciones, admite que él no puede estar seguro de lo que ocurre allí ni de lo que se hace con el dinero que él envía.

Y de nuevo hay que añadir que los propios reporteros que visitaron el orfanato para escribir el artículo del anterior enlace lo encontraron en aparentes buenas condiciones. Hace unos meses, hubo ciertas informaciones, sin confirmar, de que las autoridades locales habían cerrado el orfanato.

Además, las actividades de Childers, el libro y la película han sido duramente criticados por académicos y profesionales de la esfera humanitaria.

Destacan que el hecho de que Childers vaya armado y realice incursiones violentas en comunidades locales pone en peligro a los cooperantes que sí se rigen por los principios humanitarios, que no van armados y que pueden pasar a ser considerados objetivos legítimos debido a acciones como las de este particular predicador.

Childers aprovechó el estreno de la película para pedir dinero para su organización en toda una serie de actos y de presentaciones. La imagen que ha dado desde entonces es más moderada y menos violenta y, de hecho, ha pasado a negar afirmaciones propias como el que hubiera vendido armas o lanzado expediciones armadas contra el LRA.

La película no se convirtió en el éxito que sus autores y Childers esperaban y recibió críticas bastante negativas.

Los lectores del blog del Instituto de Investigación de la Ayuda al Desarrollo de la Universidad de Nueva York le concedieron el Óscar a la película que consigue mostrar a los africanos de la manera más insultante y abusiva posible y que sólo pueden ser salvados por un blanco que hace de héroe.