Atan sólo horas del funeral del Francisco, Roma ha desplegado una de las operaciones de seguridad más grandes de su historia reciente. A las 10:00 a. m., comenzará el funeral en la Plaza de San Pedro, donde más de 200,000 personas se congregarán para despedir al Pontífice argentino. La ceremonia, además de ser un acontecimiento espiritual de alcance mundial, representa uno de los mayores desafíos logísticos y de seguridad para Roma.
La magnitud del evento ha exigido a las autoridades romanas y vaticanas una coordinación minuciosa entre instituciones civiles, fuerzas del orden, servicios de inteligencia y diplomacia internacional. El jefe de la policía de Roma, Roberto Massucci, lo resumió así: “El aspecto más complejo es la llegada de muchos dignatarios de todo el mundo que convergerán en Roma para acudir a un único punto”.
- El Tip: El rito, previsto en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, lo presidirá el cardenal Kevin Joseph Farrell.
En efecto, la asistencia confirmada de 130 delegaciones oficiales, que incluye 50 jefes de Estado y 10 monarcas reinantes, ha impulsado el despliegue de un gran escudo de seguridad. Entre los presentes estarán el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto con Melania Trump; el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y representantes de las casas reales de España, Suecia y Bélgica.
A lo largo del Tíber y en las inmediaciones del Vaticano, patrullas a pie, a caballo y fluviales vigilan sin descanso. Drones, radares de detección, francotiradores apostados en azoteas, y un sistema militar especializado para neutralizar amenazas aéreas conforman el entramado de protección que estará activo durante todo el sábado. Además, se ha instaurado una zona de exclusión aérea sobre la capital, vigente desde comienzos de semana.
El féretro de Francisco, que desde el miércoles pasado permanece expuesto en la Basílica de San Pedro, será trasladado, tras el funeral, a la Basílica de Santa María la Mayor, donde el Pontífice eligió ser enterrado. Esa procesión atravesará parte de Roma y genera un segundo foco de atención y vigilancia. Según Fabio Ciciliano, jefe del Departamento Nacional de Protección Civil, “la gente podría congregarse no sólo en la plaza, sino a lo largo de los cuatro kilómetros que separan San Pedro de Santa María la Mayor”.
Para facilitar el acceso de peregrinos y visitantes, la compañía ferroviaria nacional ha dispuesto 260,000 asientos adicionales en trenes con destino a Roma. Por su parte, los aeropuertos de Fiumicino y Ciampino se preparan para recibir hasta 20,000 personas más que lo previsto en temporadas altas como la Semana Santa. El aeropuerto militar de Pratica di Mare será activado como respaldo para los vuelos de Estado que no puedan ser gestionados por las terminales comerciales.
Este operativo cuenta con la participación de más de 2,000 agentes de la policía local, a los que se suman miles de efectivos de fuerzas nacionales y cuerpos especializados. Las calles que rodean el Vaticano estarán cerradas al tráfico, y los controles de acceso se reforzarán con tecnología de última generación. La Via della Conciliazione, principal arteria de acceso a la Plaza de San Pedro, será uno de los puntos más vigilados.
- 4 mil voluntarios para apoyar a ciudadanos y fieles
- 5 y 10 de mayo comenzará el Cónclave
El prefecto de Roma, Lamberto Giannini, confirmó que la ciudad está preparada, pero recalcó que la estrategia será dinámica. “La máquina de seguridad está lista, pero también dispuesta a remodelarse en función de los acontecimientos. Sobre todo, queremos transmitir serenidad en medio del dolor”, declaró.
Multitudinario adiós. Durante horas interminables, miles de fieles han hecho fila bajo para despedirse del Papa Francisco. El Vaticano, sorprendido por la marea humana, decidió mantener abierta la Basílica de San Pedro toda la noche, permitiendo que la despedida continuara sin pausa. Sólo se cerró brevemente para labores de limpieza. El cuerpo del Pontífice, descansa en un modesto ataúd de madera, fiel a su estilo sencillo y austero.
- El Dato: El viernes a las 20:00 horas se cerrará el ataúd del Pontífice en una ceremonia íntima.
El silencio dentro de la basílica, cargado de emoción, habla más que mil palabras. Familias enteras, peregrinos solitarios, turistas convertidos en creyentes momentáneos y creyentes convertidos en testigos de la historia, avanzan lentamente por la nave central para rendir homenaje. Desde México, Emiliano Fernández afirma que no importa cuánto tenga que esperar: “Es un honor poder decirle adiós. Su humildad me inspiró desde aquella visita a mi país en 2016”.
Mientras que Robert Healy viajó desde Irlanda sólo para este momento. Llegó por la noche y regresará ese mismo día. “No podía quedarme sin venir”, confiesa. La despedida se transforma en un acto de comunión global. Jóvenes milaneses, familias italianas con niños en carriolas, personas agradecidas por una oración respondida: todos caminan hacia el féretro, unidos por la memoria de un Papa que habló con el corazón.