La capital de Yemen, Saná, vivió ayer una de sus jornadas más violentas en meses tras una serie de ataques aéreos israelíes que dejaron un saldo de seis personas muertas y 86 heridas, según cifras del Ministerio de Salud administrado por los hutíes. El ejército israelí explicó que los objetivos incluyeron dos centrales eléctricas, depósitos de combustible y un complejo militar en el que se encuentra el palacio presidencial.
Los bombardeos, que sacudieron varias zonas de la ciudad, fueron captados por residentes y difundidos en redes sociales: imágenes que mostraban una gran bola de fuego seguida de densas columnas de humo en el cielo de la capital. La cadena Al-Masirah, medio de comunicación controlado por los rebeldes, informó que también fue alcanzada una compañía petrolera.
- El Dato: El conflicto entre Israel y los hutíes, que comenzó como un frente secundario vinculado a la guerra en Gaza, ha evolucionado en una espiral de represalias.
Hussein Mohamed, vecino de Saná, describió a la agencia AP el pánico generado por las explosiones cercanas al palacio presidencial: “Los sonidos fueron muy fuertes”. Otro habitante, Ahmed al-Mekhlafy, relató que su casa se tambaleó por la onda expansiva y las ventanas estallaron en pedazos. La magnitud de los ataques recordó a la población la fragilidad de un país que arrastra casi una década de guerra civil.

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De acuerdo con un funcionario de la Fuerza Aérea israelí, más de 10 aviones de combate participaron en la operación. Israel justificó la ofensiva señalando que los blancos alcanzados eran “instalaciones utilizadas con fines militares”, particularmente en apoyo a las operaciones hutíes en el Mar Rojo y contra el propio territorio israelí.
- 86 yemenitas resultaron heridos por los ataques de ayer
- 10 aviones de combate de Tel Aviv participaron en la operación
Los ataques de ayer fueron la respuesta directa al lanzamiento, dos días antes, de un misil hutí hacia Israel. El proyectil, que fue fragmentado en el aire tras varios intentos de interceptación, representaba, según militares israelíes, una amenaza inédita: se trataba de una bomba de racimo equipada con múltiples submuniciones. “Es la primera vez que este tipo de misil es lanzado desde Yemen”, explicó un oficial bajo condición de anonimato.
Este tipo de armamento dificulta la defensa aérea y refuerza las sospechas de Israel sobre la implicación de Irán en el suministro de tecnología militar a los hutíes. El ministro de Defensa, Israel Katz, reiteró que se mantendrá un estricto bloqueo aéreo y naval sobre Yemen, mientras que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, aseguró que el grupo rebelde “paga un alto precio por su agresión”.
- El Tip: Con cada nueva ofensiva, el riesgo de una escalada más amplia crece, comprometiendo la seguridad de todo Oriente Medio y la economía internacional.
Por su parte, los hutíes respondieron con promesas de más ofensivas. Nasruddin Amer, subdirector de la oficina de prensa rebelde, escribió en redes sociales que “nuestras operaciones militares en apoyo de Gaza no se detendrán, a menos que se levante el asedio”. Abdul Qader al-Murtada, alto funcionario hutí, reforzó ese mensaje: “No abandonaremos a nuestros hermanos en Gaza, cualesquiera que sean los sacrificios”.
El discurso refleja la línea mantenida por el grupo desde octubre de 2023, cuando comenzó la ofensiva israelí en Gaza contra Hamas. Desde entonces, los hutíes han intensificado los ataques con drones y misiles contra Israel y han interrumpido el tránsito marítimo en el Mar Rojo, lo que afecta directamente a las principales rutas de comercio internacional.
TRÁNSITO MARÍTIMO. La disputa entre Israel y los hutíes ha tenido consecuencias más allá del campo militar. Durante los últimos dos años, el tráfico en el Mar Rojo ha sido una víctima colateral del conflicto. Se estima que cerca de un billón de dólares en mercancías transitan cada año por esa ruta, que conecta el Mediterráneo con el océano Índico. Entre noviembre de 2023 y diciembre de 2024, los hutíes atacaron más de un centenar de embarcaciones comerciales y navales.
Aunque los rebeldes suspendieron temporalmente sus ataques durante el breve cese al fuego en Gaza, volvieron a la carga una vez que reanudaron las hostilidades. El mes pasado, anunciaron una nueva fase de operaciones contra Israel, advirtieron que atacarían barcos mercantes pertenecientes a empresas con vínculos comerciales con puertos israelíes, independientemente de su nacionalidad.
En mayo pasado, Estados Unidos negoció un acuerdo con los hutíes para frenar los ataques aéreos y a los barcos. Sin embargo, el pacto no incluyó la suspensión de ofensivas contra objetivos directamente relacionados con Israel, lo que permitió a los rebeldes mantener sus operaciones en “solidaridad con Palestina”.
Ese mismo mes, un ataque israelí destruyó la terminal del aeropuerto de Saná, que dejó un enorme cráter en la pista y alcanzó seis aviones civiles, incluidos tres de Yemenia Airways. La acción fue vista como un golpe estratégico y un recordatorio de que Israel puede atacar infraestructura clave en la capital yemení.
Port su parte, Hamas calificó la ofensiva israelí como una “flagrante violación de la soberanía árabe y del derecho internacional”, mientras que los hutíes la describieron como “crímenes de guerra” destinados a infligir sufrimiento a la población civil. Mohammed al-Bukhaiti, miembro destacado del movimiento, advirtió que la ofensiva “no disuadirá” a sus combatientes.
En tanto, el Gobierno de Cambio y Reconstrucción, controlado por los hutíes en Saná, acusó a Israel y Estados Unidos de librar una “guerra abierta contra la nación árabe y musulmana”. Desde esa perspectiva, los ataques buscan mostrar una “falsa victoria” al exhibir imágenes de humo y destrucción en la capital yemení.
Asimismo, hospitales y clínicas de Saná atendieron a decenas de heridos con recursos limitados.

