El duro Johnson logra un Brexit blando... pero va a prueba en el parlamento

Contra todo pronóstico, el apodado Trump británico, Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, logró hacer que los líderes europeos retrocedieran en su negativa a negociar un acuerdo distinto al que llegaron con su antecesora Theresa May. Ayer, a primera hora, las partes anunciaron un nuevo pacto para llevar a cabo la primera e histórica escisión de la Europa integrada.

Pero la victoria no es completa ni contundente, Johnson, como May, debe enfrentar la prueba de fuego: hacer que el Parlamento de su país ratifique su éxito en Bruselas, un desafío para el que no hay buenas previsiones ya que su único aliado, el partido de los unionistas irlandeses (DUP), ya le retiró el apoyo, sin contar que tiene a 245 laboristas en su contra.

La historia parece repetirse, May convenció a Europa, pero su plan del Brexit se estampó contra el bloqueo parlamentario, dividido en la idea de cómo hacer cumplir el referéndum de 2016 —en el que una leve mayoría británica dijo sí al divorcio— o volver a preguntar a ciudadanos si realmente desea abandonar el club euro.

“Espero muchísimo que mis colegas diputados en Westminster (sede de la Cámara de los Comunes) ahora se unan para hacer posible el Brexit, para obtener este excelente trato en la línea y entregar el Brexit sin más demora”, comentó Johnson apenas se anunció el trato.

Deutsche Bank, empresa de servicios financieros en el Viejo Continente, estimó que había 55 por ciento de posibilidades de que el Parlamento británico rechazara el acuerdo de Johnson.

Con la negación del DUP, Johnson debería convencer a su principal opositor, el partido del izquierdista Jeremy Corbyn, quien exigió que cualquier acuerdo esté sujeto a votación pública.

Johnson no tiene mayoría en la Cámara de 650 escaños, y en la práctica necesita al menos 318 votos para que su Brexit sea aprobado.

El primer ministro tiene la intención de presentar a los legisladores una opción severa: su acuerdo o dejar a Gran Bretaña expuesta al caos.

Después de que los otros 27 líderes respaldaron el acuerdo, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se declaró complacido de alcanzar un acuerdo, aunque aclaró que no estaba contento de que Gran Bretaña se fuera. “En general, estoy feliz, aliviado de que hayamos llegado a un acuerdo. Pero estoy triste porque el Brexit está sucediendo”.

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Esos sentimientos fueron compartidos por el principal negociador de la UE, Michel Barnier, y por Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, quien se opuso abiertamente al Brexit.

“Lo que siento hoy es tristeza y espero que si nuestros amigos británicos deciden regresar algún día, nuestra puerta siempre estará abierta”, expresó.

La canciller alemana, Angela Merkel, indicó que algo positivo con el acuerdo de Johnson era que estaba claro que Gran Bretaña se convertiría en lo que la UE llama un “tercer país” (socio externo), por lo que es esencial trabajar para alcanzar, ahora, un acuerdo de libre comercio bilateral.

“Hay una diferencia esencial en comparación con cuando Theresa May era primera ministra. Entonces no estaba claro cómo se verían las relaciones futuras, si pertenecían a la unión aduanera o no. Ahora está bastante claro”, dijo Merkel.

[caption id="attachment_1032631" align="alignnone" width="696"] Gráfico: Armando S. Armenta.[/caption]

LA CUESTIÓN IRLANDESA. Los negociadores trabajaron frenéticamente para llegar a un acuerdo sobre la frontera entre Irlanda, miembro de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte.

El enigma era cómo evitar que la frontera tuviera puntos de control que pudieran socavar el Acuerdo del Viernes Santo (1998), que puso fin a décadas de conflicto.

El trato mantendrá a Irlanda del Norte en el área aduanera de Reino Unido, pero, a diferencia de GB, estará sujeta a las reglas comerciales de la UE. Sin embargo, el DUP advirtió que este plan es inaceptable. “No es beneficioso para nuestro bienestar económico”, dijo el partido en comunicado.