Garzón, al estrado… como acusado
Foto AP
Con la voz rota por una afonía, pero vehemente y desafiante en algunas respuestas, el juez español Baltasar Garzón negó ayer “mala praxis” durante su investigación de un caso de corrupción, en el primero de los dos juicios que se siguen contra él y que han puesto en jaque su carrera.
El hombre que puso contra las cuerdas al ex dictador chileno Augusto Pinochet, se sentó ahora en el banquillo de los acusados para ser juzgado por siete magistrados del Tribunal Supremo.
Garzón está acusado del delito de prevaricación —dictar a sabiendas una resolución injusta— por su rol en el llamado caso Gürtel, que destapó una trama corrupta en la administración pública que salpicó a las delegaciones regionales del gobernante Partido Popular en Valencia y Madrid.
La acusación particular, ejercida por dos implicados en la trama y un abogado que se consideran damnificados por Garzón, solicita hasta 17 años de inhabilitación para ejercer como magistrado por ordenar en 2009 la grabación de conversaciones telefónicas entre varios acusados encarcelados por el caso Gürtel y sus letrados.
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