El Rompepuertas, la nueva cara del PRI-DF

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Foto: larazondemexico

La transición democrática de la última década había barrido al DF de priistas que se hicieran notar y sentir… hasta que el 21 de septiembre se presentó en sociedad el diputado Cristian Vargas rompiendo una puerta y gritando que lo hacía porque para eso tiene fuero.

Con María de los Ángeles Moreno, Jorge Schiaffino o Joel Ayala estancados en las zonas de confort que se van apañando para sobrevivir, ha surgido este Vargas, de sólo 24 años, como punta de lanza de la nueva camada tricolor en la capital.

Pero ya es una generación perdida: la irrupción del muchacho ha provocado más daño al “nuevo” PRI en la percepción ciudadana que la multa de más de mil millones de pesos por el Pemexgate, la cual hizo desaparecer hasta el papel de baño de sus oficinas.

Vargas, quien se hace llamar El Reggaetonero, porque le gusta vestir como las estrellas de ese ritmo musical, confunde la combatividad política con las peleas por espacios en las banquetas, o las invasiones de predios.

El 22 de septiembre tomó por la fuerza una oficina con vistas al Zócalo, haciendo añicos una puerta de cristal. “Para eso tengo fuero. Si cuesta tres mil pesos, los pago”, dijo Vargas, quien integra el grupo de Cuauhtémoc Gutiérrez, líder de los pepenadores.

En la sesión del 2 de octubre se subió a su curul con un cartel: “Bejarano y Padierna son la misma mierda”. El perredista Alejandro Sánchez le exigió sentarse. “¡Ven y siéntame. Te faltan, puto, te faltan. Na’más, chingue y chingue”, respondió Vargas.

Y el 8 de octubre, afuera del edificio de Donceles, El Rompepuertas pateó en el suelo a un hombre de 67 años para arrebatarle la bicicleta de la secretaria del Medio Ambiente, Martha Delgado, quien en ese momento comparecía ante el pleno.

Según El Dipuhooligan, las bicicletas no son propiedad privada, sino de quienes deseen usarlas cuando se les antoje. “No iba a permitir que impidieran expresar mi inconformidad”, explicó.

Vargas parece disfrutar su triste celebridad. Quiere que le digan El Dipuhooligan. “Como que tiene más caché que Dipuporro. Pos, que la verdad, porro no soy, porque no estudié”.

Después de tanto, ayer Joel Ayala, jefe de la bancada del PRI, le puso un ultimátum: “Cero tolerancia. Si insiste en sus indisciplinas se le puede expulsar del partido”.

Sin embargo, el propio Ayala, María de los Ángeles o Schiaffino tienen responsabilidad en la llegada al PRI de un personaje marginal como Vargas, quien no llegó a la Asamblea Legislativa por votación popular, sino porque ellos mismos lo escogieron o, en todo caso, palomearon su selección.

Y tanta culpa tiene el que mata la vaca.

Como el que le parte la pata.

ruben.cortes@3.80.3.65

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