A las tres y media de la tarde, en la esquina de Motolinía y 5 de Mayo, una explosión hizo volar una mufa por los aires. La palabra mufa perturba a Gil, ¿de dónde viene, qué quiere? Dos personas resultaron heridas. Estalla el subsuelo, saltan las coladeras y nadie sabe, nadie supo. Empleados de la Comisión Federal de Electricidad suponen que se trata de un corto circuito y suponen también que Gamés es tonto y va a creerles que de un tiempo a esta parte estas explosiones se han convertido nomás porque sí en parte natural de las cosas que pasan en la Ciudad de México. De ahora en adelante las mufas volarán impulsadas por estallidos que se producen en la oscuridad subterránea.
Gil se ha devanado los sesos tratando de resolver este enigma, y ha concluido después de mucho quemarse la mollera que hay una relación entre los enredos del Sindicato Mexicano de Electricistas, que ya no es un sindicato, pero sí es un sindicato y recibe trato de sindicato por parte de la Secretaría de Gobernación, y las mufas voladoras. La perspicacia es lo de Gamés. Piénsenlo: que si la toma de nota, que si las propiedades del sindicato, que si ahora vamos a hacer el Full Monty, que de plano a tomar el aeropuerto, que el patrón sustituto y de pronto ¡zaz!, que vuela la mufa en el centro de la ciudad.
A estas horas, Francisco Blake y Martín Esparza hablan frente a frente en la mesa de negociaciones que el gobierno le ha puesto a los electricistas. Mientras, los ex ayunantes (así les dicen) han declarado que demandarán al Seguro Social por negligencia médica y malos tratos. El lector y la lectora recordarán que los ex ayunantes se despojaron de sus vestimentas para demostrarle a la sociedad los estragos de la huelga de hambre y desmentir a las lenguas viperinas que afirmaron que a estos compañeros les ganó la tentación y le entraron al champurrado con guajolota. Por cierto, los calzones de Cayetano son de antología. Y sí, se ve delgadón don Cayetano, pero no como para 89 días de ayuno. Que se le hace a Gamés que ahí hay un gato encerrado.
Total: que los médicos del Seguro los trataron mal y a uno de ellos le ocasionaron una infección urinaria. Gil se ha devanado los sesos tratando de desentrañar el enigma de Cayetano y después de mucho pensamiento ha concluido que algo raro debió ocurrir cuando el ingeniero Cabrera, que así se apellida Cayetano, decidió irse a un hospital privado. Anda filoso Gilga descubriendo misterios de la vida pública. Ya lleva dos y piensa seguirse de frente y aclarar por qué rayos Fernando Amezcua, líder conspicuo del sindicato, nunca explicó si estaba en huelga de hambre o nada más estaba en huelga mental.
El peine salió, un peine grande. Alejandro Muñoz, adversario de Esparza, asegura que Martín se quiere quedar con el patrimonio del sindicato integrado por bienes inmuebles, cuentas bancarias, fondos en poder del gobierno y otros valores. Gil siempre ha pensado que el sindicalismo mexicano es un gran sombrero de mago, un mago algo pillastre. Gamés se imagina las propiedades del SNTE y del Sindicato de PEMEX y se le pone la carne de gallina. Dice Muñoz que ya hizo las divisiones del caso y que a cada trabajador le tocarían unos 300 mil morlacos. ¿De modo que Esparza no lucha por sus compañeros, no quiere defender la causa? He aquí otro enigma resuelto por Gamés. Los martes Gilga es imbatible.
Antes de ponerle llave a esta nota, Gamés caminó sobre la duela de cedro blanco, se acercó al librero y encontró en un libro esta chispa de Francisco de Quevedo: “todos los que parecen estúpidos los son, y además también los son la mitad de los que no lo parecen”. .
Gil s’en va
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