Julio Trujillo
Leo que el Sistema de Transporte Colectivo definió y aprobó los nombres e iconografía de las veinte estaciones de la nueva Línea 12 del Metro. La nota dice que se consultó a ciudadanos y cronistas de las diferentes delegaciones y que, después de dos meses de debate, se zanjó la cuestión.
El director de dicho sistema de transporte declaró:“El nombre se escogió tomando la historia del lugar, considerando la opinión de los habitantes cercanos a cada estación y a cómo se conocen esos lugares de origen”. Muy bien. Hay nombres como Atlalilco, Tomatlán, Parque de los Venados y Nopalera —este último siendo mi instantáneo favorito: ven, vamos a la Nopalera—. Sigo leyendo la lista de nombres y me topo con Insurgentes Sur. Así: Insurgentes Sur. Pido permiso para hacer una digresión.
Sureño como soy, siempre me ha llamado la atención el hecho de fatigar kilómetros y kilómetros de esa avenida y que se siga llamando Insurgentes Sur. Me adentro en zonas que ya considero de guerra y sigo estando en Insurgentes Sur. Escucho íntegro el concierto de Juan Gabriel en Bellas Artes y sigo estando en Insurgentes Sur. No parece una arteria, sino todo el sistema circulatorio. Esto indica el tamañal de la calle y la pequeñez de mis conocimientos urbanos, lo sé. También sugiere atisbos de ignorancia y cobardía: más allá de Reforma está la barbarie, mejor no vayas. Y eso que uno no pasa directamente del sur al norte: en medio está lo que una lógica aplastante llama Insurgentes Centro y que va desde Reforma hasta Ribera de San Cosme. De ahí hasta Indios Verdes se desenrolla el tramo norte. Yo podría (e incluso intento) vivir toda una vida en una minúscula fracción de Insurgentes Sur.
Al investigar la longitud de esa famosamente larga avenida me decepciono: no son miles de millas sino 29 kilómetros. Pero échatelos en Metrobús en hora pico, me dice mi inconsciente. Podríamos parafrasear a Neil Armstrong: Insurgentes es extensísima para un hombre, pero minúscula para la humanidad. Para la ciudad de México no es una calle baladí, por supuesto: su ADN está definitivamente inscrito en esa arteria desde hace un siglo. Se llamaba originalmente (ah, cómo repetimos nuestros tics) Vía del Centenario y fue con Miguel Alemán que adquirió su nombre actual. Un amigo incapaz de llamar a las cosas por su nombre le decía In-south-people. Hace años que no lo veo: tal vez se perdió para siempre en su propio chiste. Antes, Insurgentes terminaba abruptamente en la sede del PRI, y yo me pregunto: ¿no todo termina abruptamente ahí? Pero volvamos a la línea 12 del nuevo Metro.
¿De verdad, después de tantos estudios y debates, no se les ocurrió nada mejor que llamar a una estación Insurgentes Sur? La respuesta es sencilla: la línea cruza transversalmente la gran avenida, sólo la toca en un punto (a la altura de Félix Cuevas), y nada es mejor para ubicarse que esa importante coyuntura. Sepamos perdonar la falta de lirismo de los señores bautizantes de la estación y comprendamos la sobria brújula de su pragmatismo. ¿Y qué iconografía corresponde a Insurgentes Sur? Pensad, pero no demasiado.
Yo me debatía, iconográficamente hablando, con lo de “sur”. Una imagen que distinga a ese tramo de Insurgentes, y a ese punto coyuntural en particular… ¿El árbol de navidad de Galerías Insurgentes? No. ¿El logo de Panasonic? Menos. ¿El Buen Bife? Basta: los señores que tomaron la decisión no se debatieron en lo más mínimo y eligieron los perfiles de los héroes de la Independencia Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.
Problema resuelto. Tenemos grabadas esas siluetas en el iris como un tatuaje patrio, ¿para qué darle más vueltas? Acaso otros héroes… ¿pero quién podría reconocer a golpe de ojo el perfil de Mier y Terán, de Quintana Roo, del loco Mina? Un señor calvo con alzacuellos y otro señor con paliacate bastan para remitirnos ipso facto a la educación primaria y a echar a andar nuestra orgullosa sangre mexicana. Ellos no sólo son insurgentes, son Insurgentes Sur.
Lo del Metro es cosa importante, no se vaya a pensar lo contrario, y preferible mil veces a un piso más que privilegie al coche, pero esto de los nombres y los iconos me puso a pensar en el trabajo de las personas que los inventan. Hay de dos: o apelar a nuestros bien entrenados reflejos priistas (la patria es una señora muy digna con una sábana) o empezar de nuevo, reeducándonos. No es asunto fácil: la segunda opción es una apuesta fuerte. ¿Qué nombre y que icono escogería usted para esa estación en Insurgentes Sur?
