La simulación

Rubén Cortés

La República Amorosa funcionó tanto, desde su presentación el 6 de diciembre, que el 10 de mayo AMLO detuvo los negativos que arrastraba desde el plantón de Reforma en 2006: se estancó el número de quienes jamás lo votarían y aumentó el de quienes empezaron a dudar si lo harían.

El hechizo se rompió el 24 de mayo, tras la difusión del audio en el que Luis Mandoki y Luis Costa Bonino, estrategas de AMLO, pidieron seis millones de dólares para su campaña, hecho del cual él nunca se deslindó.

El pase de charola infringió al eslogan de Honestidad Valiente de AMLO, el golpe más fuerte desde que el 3 de marzo del 2004 su secretario particular, René Bejarano, apareció en televisión recibiendo un soborno de 45 mil dólares.

Todavía el 31 de mayo el diario Reforma le enchufó un balón de oxígeno a AMLO al divulgar una encuesta en la que aparecía a cuatro puntos de distancia del puntero, el priista Enrique Peña, cuando una decena de casas encuestadoras lo colocaba a una veintena de puntos.

Pero el daño del “charolazo” ya estaba dado. ¿Por qué? Porque la simulación es el veneno de los políticos y lo ha sido, en especial, para AMLO: primero como Jefe del GDF y, luego, como dos veces candidato a la Presidencia.

El “charolazo” revivió a AMLO como el político simulador que mira hacia otro lado cuando sus íntimos son sorprendidos en fallas, como en el caso de Bejarano, o el de su ex secretario de Finanzas Gustavo Ponce, quien apostaba en Las Vegas con dinero del GDF.

Y cuando Polimnia Romana, jefa de Las Gacelas, sus famosas escoltas, se ufanó en Hi5 con fotos de sus viajes de placer a Europa, sus prácticas exclusivas de equitación y sus gustos por los productos de marca, en especial los lentes oscuros Dolce & Gabbana.

O cuando su chofer, Nico, envío a sus hijos a estudiar a exclusivas universidades americanas luego de que el perredista Greg Sánchez ex alcalde de Cancún y ex preso por vínculos con el narcotráfico, le otorgó la concesión de los comedores de la cárcel local.

Ahora critica a Peña porque anunció que, si llega a la Presidencia, se asesoraría en Seguridad Pública por el ex director de la Policía Nacional de Colombia, General Óscar Naranjo, quien frenó la expansión del crimen en su país.

“Para que vean que somos distintos: Peña Nieto presentó al que va a ser su asesor en seguridad, un personaje de Colombia”, reclamó AMLO.

Sin embargo, él mismo, como jefe del GDF, contrató en 2002 a otro extranjero como asesor en… Seguridad Nacional: Rudolph Giuliani, “un personaje” de Estados Unidos.

Ahí está la perdición de AMLO. En que la simulación insiste siempre.

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