Mauricio Flores
Aunque faltan dos instancias más —y sus respectivas apelaciones— para dirimir el pleito entre MVS, de Joaquín Vargas, y Carmen Aristegui, un eventual triunfo de la locutora y su abogado Javier Quijano significaría una suerte de venezolanización de la radiodifusión, que aniquilaría la industria, hoy en la CIRT, que encabeza Édgar Pereda, tal y como hoy la conocemos.
Conforme a la reforma de la Ley de Amparo, al ser las concesiones bienes de interés público, la suspensión provisional otorgada por el juez Fernando Silva supone que MVS —y en general los concesionarios de radio y televisión— tienen que acatar los mismos principios a instancias de gobierno. Es decir, que los Vargas, al negarse que sus equipos, instalaciones y marca fueran usadas sin su consentimiento en el proyecto México-Leaks, al ejercer su libertad de empresa, serían culpables de violación de derechos humanos como cualquier entidad del Estado. Lo mismo sería para cualquier concesionario que difiera con cualquier conductor.
Pero sería ingenuo pensar que ello sería un beneficio incluso para la “vacas sagradas” inamovibles en sus programas: la definición de “relevancia social” que argumenta Quijano y que fue retomada por el juez Silva implicaría definir desde la ley lo que es y no es relevante, y que los conductores y comentaristas debiesen conducirse como funcionarios públicos, no como civiles de a pié. Y eso, precisamente, es lo que un grupo de políticos amigos de Quijano y Aristegui, como Javier Corral y Purificación Carpinteyro, han buscado siempre: un Ministerio de la Verdad desde el cual premiar “lo correcto” y castigar “lo incorrecto”. Algo así es un alucine totalitario en un país plural.
TV forever. Si la televisión abierta no tuviera futuro —como predicen algunos futurólogos— no habría tanta enjundia cuando se aborda el asunto de una industria que alcanza 99 por ciento de los hogares: de acuerdo a mediciones tanto de Televisa de Emilio Azcárraga y TV Azteca de Ricardo Salinas, actualmente el mexicano (con cuatro años de edad o más) promedio mira 4.5 horas al día, de los cuales 60 por ciento mira los clásicos canales abiertos (2, 5, 9, 7 y 13) y 40 por ciento mira la tv restringida… y le dedica 50 por ciento del tiempo a esos mismos canales clásicos y la otra mitad lo reparte entre 117 canales de paga. En resumen, los televidentes dedican 23.2 millones de horas al día a ver contenidos de TV Abierta (incluyendo la exposición en sistemas restringidos), o sea 87 veces más que los canales exclusivamente restringidos que son vistos 266.3 mil horas al día. ¿Y el Internet?
Mufasa-Simba return. Que quienes andan preparando oootra oferta no solicitada para para asociarse con el Estado para poner en marcha la Red Mayorista de 700 Mhz son Juan Molinar El Rey León Horcasitas y El Pequeño Simba Mony De Swaan, al parecer de la mano de connotado despacho legal. Ojo.
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