Ximena Urrutia
Rigoberto Perezcano es el director de los mil géneros, y es que claramente al realizador no le gusta encasillarse. Su primer filme nos llevó a reconocer una tradición que si bien se realiza en el mundo entero, en cada lugar toma matices distintos, Quince en Zachila, es un mediometraje documental que nos muestra la clásica tradición de los 15 años con una perspectiva única.
En Norteado, el director retrata con un particular humor una delicada y muy asidua realidad, la migración, pero aquí se torna comedia y con ella nos demuestra una maestría en el uso del lenguaje y la capacidad de relacionarse con la cámara, sus actores y sobretodo, su historia.
Carmín tropical es la cereza del pastel, por lo menos lo es hasta ahora.Se trata de un thriller, género poco explorado en nuestra cinematografía y con poco éxito cada vez que sucede. La apuesta era grande y arriesgada. Prueba superada.
Perezcano nos lleva a Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, el lugar donde viven los muxes, hombres que no sólo se visten de mujer sino que además desempeñan de manera absolutamente natural un rol femenino en sus comunidades. De hecho los zapotecas consideran a los muxes un tercer sexo.
El filme se adentra en los terrenos del cine negro, pero no se queda ahí, la mezcla de géneros resulta del ingenio de director y guionista.
El espectador se convertirá en parte de la investigación a través de la mirada de Mabel (Joe Pescina) que, motivada por la culpa, regresa a su pueblo tras la muerte de Daniela, con quien tiene a su sentir una deuda moral desde su partida. A la par de la investigación conoce a Modesto (Luis Alberti), un taxista del que empieza a enamorarse y quien termina por acompañarla en su camino para dar con el asesino.
La cinta está llena de atmósferas y reflexiones. Se trata de un relato intenso cuyo eje temático podría ser la diversidad sexual y la tolerancia, pero va más allá, porque, en esta historia, a diferencia del cine negro, los protagonistas no están enfrentados a un ambiente hostil o que los satanice; ésta se convierte en la historia en la que importa más el cómo, que el qué.
La verdad queda en un segundo plano ante el misterio mismo del relato y es que la búsqueda por el asesino pronto se convierte en un viaje por la nostalgia, el amor y la traición, llegando incluso a un punto en el que el asesinato se convierte en el contexto para mostrarnos a Mabel en su antigua realidad.
Con una precisión que vale la pena destacar, Perezcano pone cada cosa en su lugar: la tensión de la película se mantiene a lo largo del filme, agudizándose conforme el veredicto se acerca, todo cobra importancia, cada objeto, cada palabra, cada acción, cada personaje, cada movimiento de cámara. De manera brillante nos involucra y nos lleva del morbo o la sordidez y da paso a una de las secuencias finales más brillantemente ejecutadas en nuestro cine por años, logrando atrapar al espectador hasta el último segundo con final abierto y sorpresivo, haciendo de Carmín tropical, un filme inteligente, cuidado y bien ejecutado.
Estamos ante una película de esas de las que mucho se hablará, no se quede usted sin tema de conversación, estimado lector, véala.
Twitter: @Xurrutia
