“Cosima Liszt: mandato al sufrimiento”

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Foto: larazondemexico

24 de diciembre de 1837, lago de Como, Italia, María d´ Agoult tiene a su cuarta hija: Cosima Liszt, concebida con el genio musical, mientras lo acompaña en una gira de conciertos. Viven en medio del escándalo, María abandonó a su esposo y dos hijas en París para correr tras Franz Liszt, varios años mas joven que ella, un apasionado romance del que nacieron tres hijos.

Se separaron en 1839 y María enfrentó el rechazo familiar y social, Liszt le quitó a sus hijos dejándolos con cuidadores. Cuando se enteró que eran visitados por su madre los recluyó con una institutriz durante su infancia y adolescencia. Liszt los veía cada 8 años hasta que los llevó a vivir con él a Berlín donde Cosima (19) se casó en un matrimonio arreglado con su mejor alumno: Hans von Bülow.

Richard Wagner (amigo de Liszt) recibió la visita de los recién casados y se desprende esta anécdota: “Cosima que solo lo había visto una vez se echó a sus pies, le cubrió las manos de lágrimas y besos”.

En breve von Bülow se convirtió en el director de orquesta de Wagner, Cosima se mudó a la villa del genio, para ayudarlo en la administración, al tener una relación extramarital con Wagner tuvo cuatro hijas y un hijo, confundiéndose la paternidad y generando un escándalo mayúsculo.

Isolda fue la hija mas afectada, ella exigía saber quien era su padre, por lo que entabló un juicio legal exigiendo la verdad (1913), que no consiguió por el estallido de la primera guerra mundial, muriendo de tristeza pocos años después.

Cosima repitió la historia de su madre: estando casada fue infiel, sufrió el rechazo social, dolor emocional, aunque gracias a su inteligencia y encanto pasó a la historia como la musa del Wagner.

El concepto fundamental es la “Compulsión a la Repetición” desarrollado por Freud en 1914, que consiste en que una persona se sitúa activamente en situaciones penosas, repitiendo experiencias antiguas dolorosas, con el deseo inconsciente de ésta vez si resolverlas definitivamente, pero al ser elegidas desde el inconsciente tienen un grado de dificultad análogo al de origen y difícil de ser superados, el sufrimiento de sus hijos comparado con el de ella de crecer sin padres y el de ellos en una época en la que no era posible demostrar la paternidad genéticamente, constatan como quedó atrapada repitiendo su dolor emocional.

Murió en 1930 a los 92 años, sepultada junto a Wagner en Haus Wahnfried, Alemania. En sus palabras: “Usted tiene razón amigo, he tenido mucha bondad y amor en mi vida. Lo he vivido o resentido, no lo se…”

Email: ypr2004_5@hotmail.com

Twitter: YolandaPica

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón