¡Recórcholis! y sus hienas tuiteras

Existe en México desde 1989 un negocio que brinda entretenimiento familiar a través de espacios “llenos de luz y diversión” en más de 40 sucursales, se llama ¡Recórcholis!

Exitosa empresa que preside José Antonio Quevedo Diniz, con presencia en 18 estados y cuyos valores manifestados en su página de Internet son: la constancia, honestidad, innovación, servicio, pasión y alegría.

Les hace falta a los señores de Grupo Diniz SAPI, S.A. de C.V. agregar la INCLUSIÓN, así, con mayúsculas, como un valor más. Mayor.

El caso que los exhibe ocurrió en Parque Toreo. Le sucedió a Lucca, un hermoso niño de 5 años de edad con parálisis cerebral infantil (PCI), a quien su madre llevó (no era la primera vez) a jugar en un brincolín rodeado de pelotas de colores.

Lucca padece PCI por falta de oxígeno al nacer. No tiene control motriz, pero Lucca tiene a Bárbara, su mamá, y también una carriola especial. El aparato que utiliza quizá un día le sea prescindible porque el amor de su madre y el de su familia son el motor más potente que tiene y tendrá. Pero volvamos al infeliz sitio:

La encargada del área citada en ¡Recórcholis! le negó el acceso, ya que requerir que su madre sostuviera su cuerpo violaba la disposición de prohibir la entrada de adultos. Ante la falta de criterio, revestida de estulticia, llegó un gerente con las mismas credenciales intelectuales y ejecutivas, nada.

Para inconformarse, Bárbara obtuvo la graciosa oferta de una tablet, pero el adminículo no servía. Tampoco el elevador para discapacitados.

Entonces hizo lo que muchos hoy día, denunció el maltrato (DISCRIMINACIÓN, así con mayúsculas también) a través de sus redes sociales, de Twitter específicamente.

Con todo y que más tarde Bárbara Anderson y Lucca recibieron una carta de disculpa por el “mal rato” que habían vivido en ¡Recórcholis!, a la también periodista se le vino la noche en la red social y ésa no es otra historia, es continuación de la misma.

Su “denuncia” fue respondida con decenas de mensajes infames, cobardes y estúpidos. “El basurero más oscuro al que jamás había llegado”, dijo Anderson en una entrevista para Milenio Televisión, su casa de trabajo. “Una jauría de hienas”.

Adjetivos faltan para describir y calificar los minitextos, de las minimentes que los redactaron, hackearon y hostigaron.

El anonimato favorece la crítica, el debate, el disenso político e ideológico, hay trolls hasta simpáticos por ingeniosos, por aguerridos, congruentes o no, fundamentados o fundamentalistas; la plaza pública virtual alimenta y enriquece la participación en temas de todo género.

Pero igual es guarida de intelectos mercenarios que se alquilan para aniquilar a quien su amo determine. A veces por cuestiones políticas o empresariales, a veces por quejarse. Ese refugio para la violencia no debe ser consentido, ni omitido. Abrazo a Lucca y a su maravillosa familia.

urdiales@prodigy.net.mx

Twitter: @CarlosUrdiales