La ingobernable y los 39 (que son los 43)

El problema no es que una serie de televisión tenga un mensaje controvertido o radical. El problema es cuando se convierte en un instrumento de propaganda política como la nueva serie de Epigmenio Ibarra, La ingobernable.

Es una historia inverosímil. ¿Se imagina usted a una primera dama perdida por las calles porque se quería divorciar de su esposo, el presidente, y éste termina muerto, con un disparo en la cabeza y arrojado desde un balcón? Eludiendo a todas las fuerzas de seguridad del Estado mexicano, la mujer se esconde en Tepito, donde es secuestrada y termina después trabajando con los delincuentes locales, que en realidad son personajes que parecen agentes de inteligencia por su capacidad para vulnerar sistemas de seguridad y manejar armas.

Y no sólo la protegen sino que además trabajan para rescatar a los supuestos desaparecidos por el Ejército. Hay escenas increíbles, como que la exprimera dama y la mujer más buscada del país pueda ir tranquilamente al funeral de su marido, sin que nadie la detecte, o que termine acabando a tiros con elementos militares que la persiguen. Pero además los hechos suceden no en algún país indeterminado sino en México, con un tono narrativo que se maneja entre la supuesta realidad y la ficción.

Durante toda la trama aparecen los 39 desaparecidos, con la consigna “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, en clara alusión a los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa. Pero éstos son de Tepito, en una mezcla de delincuencia común con militantes políticos, algo de lo que también había en Ayotzinapa. Los de Tepito, en la serie, tienen armas, equipos de intervención de sistemas y geolocalización, reivindicaciones políticas y son nada más y nada menos que el principal objeto de persecución del gobierno. Son, por supuesto, fieros defensores de los derechos humanos.

Eso es lo perverso de esa trama. Para la serie como para algunos militantes de la izquierda radical, la delincuencia organizada y la oposición radical son lo mismo. La persecución al narcotráfico es una persecución política y crean un escenario de represión generalizada que no existe. La consigna que se utiliza, “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, es la misma que se utilizó en Argentina durante la dictadura militar, en donde la mayoría de los jóvenes opositores al gobierno militar, sí fueron reprimidos por el Estado, secuestrados y asesinados. En Argentina estamos hablando de miles de muertos y 30 mil desaparecidos por fuerzas de seguridad del Estado, durante la dictadura de 1976 a 1983.

Hemos investigado el caso de la historia de los 43 normalistas a fondo. La desaparición de estos jóvenes de tan sólo el primer año de universidad, que fueron literalmente enviados al matadero por ser confundidos por formar parte de Los Rojos y asesinados por el cártel de Guerreros Unidos es espeluznante. Ningún padre de familia tendría que pasar por un dolor así.

Hay en el país distintos grupos que han querido sembrar en el inconsciente colectivo, que en México vivimos como en las terribles dictaduras de los años 70 en América Latina. Que la lucha contra el narcotráfico es equivalente a la represión política de Centro y Sudamérica. Eso es en lo que insiste La ingobernable y es una mentira.

En la serie, el presidente es asesinado porque quiere cambiar las estrategias de seguridad y abandonar la lucha contra el narcotráfico. Quiere retirar al ejército de las calles y que regresen a los cuarteles. Que la policía se haga cargo de la seguridad del país. Que las agencias de seguridad estadounidenses abandonen México. Que renuncie el secretario de la Defensa. Que se acaben, adivine usted, las “masacres” que él mismo ordenó.

Y la ideóloga de esa estrategia sería su esposa, que lo abandonó porque en los dos primeros años de su gobierno no la aplicó. Para recuperarla quiere dar ese golpe de timón.

A lo largo de la trama nos dejan ver que los culpables de los asesinatos y las desapariciones en los últimos años son los militares, no el crimen organizado.

En nuestro país tenemos un grave problema con distintos grupos del narcotráfico peleando territorios. Con esta lógica, se les dejaría operar sin ningún control. ¿Se imagina la inseguridad e ingobernabilidad que se generaría?

Eso es lo que se plantea de manera directa en la serie, que se convierte en un instrumento de propaganda política nada disfrazada.

En la serie se reitera constantemente que son los militares los que han desaparecido a miles de personas en nuestro país. Nunca se habla de los miles de muertos producto del narcotráfico y el crimen organizado.

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