1977, Little Venice, Londres, Geneva Wiltshire una joven que migó de India con su esposo, enfrenta su peor crisis: enviudó súbitamente, con dos hijos Annette (5) y Stephen (3) quien ha tenido un desarrollo muy lento y se empeora con la muerte de su padre, no quiere que lo toquen, no establece contacto visual con nadie, se pasa el tiempo en un rincón con movimientos repetidos tipo balanceo y gritos. El neurólogo infantil diagnostica Autismo. Su madre decide ingresarlo a la “Queensmill School” (escuela especializada en esta condición).
El niño no desarrolla lenguaje pero sus maestros descubren que con papel y lápiz se comunica y tiene gran habilidad para dibujar, empieza a hablar a los 9 años.
El Autismo fue descrito por Leo Kanner y Hans Asperger en la década de los cuarenta, el primero lo veía como un desastre tremendo, el segundo encontraba ciertos rasgos positivos compensatorios: una particular originalidad de pensamiento y experiencia que podía conducir a logros excepcionales en fases posteriores de la vida. Los síntomas son variados pero tienen en común deterioro en tres áreas: en la interacción social, en la capacidad verbal y en la imaginación; todos como parte de un trastorno fundamental del desarrollo.
Se mantiene a lo largo de la vida y su evolución es muy variable por lo que se debe considerar cada caso por separado, algunos en edad adulta se pueden volver autónomos y llevar una vida plena aunque persista su singularidad.
Entre la población autista el 10 % desarrolla Síndrome de Savant conocido en forma popular como el “sabio prodigioso” que es el caso de Wiltshire, es muy raro, en la literatura mundial hay 100 casos documentados en los últimos 100 años. Según el Neurólogo Oliver Sacks autor del libro “Un antropólogo en Marte” acerca del tema, afirma que con terapias de lenguaje y sociales son capaces de desenvolverse en forma “suficiente”.
En pruebas de neuroimagen se ha encontrado que tienen un daño en el hemisferio izquierdo del cerebro lo que lleva a un desarrollo amplificado del hemisferio derecho provocando talentos extraordinarios.
Stephen al inicio dibujaba lo que veía pero después se enfocó en arquitectura, estudió en la Escuela de Bellas Artes en Londres y recibió el MBE (Miembro del Imperio Británico) en 2006 por sus “servicios al arte” de manos del Príncipe Carlos.
En un viaje de 30 minutos en helicóptero por una ciudad es capaz de dibujarla a detalle, lo cual logra en tres días trabajando siete horas diarias, usa lienzos de cinco metros por uno y medio de alto un lápiz y un rotulador Staedler, le llaman “La Cámara Humana”.
Ha dibujado las principales ciudades el mundo, la nuestra que realizó en su visita en octubre de 2016 está expuesta en el lobby de la Torre Bancomer.
En sus palabras: “Lo que mi mente ve, lo graba y luego no lo olvida jamás”
Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta
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