La calle ideal para estacionarse debería ser aquélla en la que lo hiciéramos sin pagar parquímetro, ni mucho menos a los franeleros, y que al volver por nuestro automóvil estuviera sin daño alguno.
Los franeleros son una auténtica coalición que se apropia ilegalmente de la calle, vendiendo espacio y tiempo. El bien de dominio público es usufructuado sin que medie autorización legal alguna. Esos poseedores irregulares de lo público, determinan “tarifas” y discriminan quién debe ser el usuario.
Aquél que ose contrariar a un franelero, sabe que su automóvil puede ser averiado en cuanto lo pierda de vista. Obviamente, sin contar aquellas historias en donde la razón de la fuerza, hace que a punta de amenazas o golpes se discipline al aparcador inconforme.
Los que viven en las calles regenteadas por franeleros, son más afectados que el momentáneo aparcador; forzados a convivir con ellos por la permisividad de la autoridad local. Se enfrentan a un escrutinio permanente de sus rutinas y hábitos, por lo que el bloqueo a una entrada es factible conociendo horarios del vecino, y pues, si es incómodo, se le aplican correctivos con determinada frecuencia, para que entienda quién es el rey de la calle.
Otros afectados son los oficinistas de la zona. La relación oficinista-franelero, es más amable que con el vecino. Es posible que exista hasta una cuasi amistad, entre al que le urge un espacio que le ahorre el costo de un estacionamiento, le ofrezca “seguridad” y hasta le asee el automóvil. Ah, pero que tampoco ose el Godínez importunarlo, porque debe atenerse a las mismas consecuencias, como cualquier hijo de vecino.
¿Y la autoridad? Bueno, pues, algunos reconocen y organizan a los franeleros. Lo anterior, en el mejor de los casos, hasta ahí llega, pero, existe quien solicita una cuota semanal y los agrupa al interior de un partido político. El “ingenio” clientelar los ha convertido en otras de sus columnas de financiamiento, votos y recurso humano para una concentración, plantón o marcha.
El alcalde de Coyoacán, el últimamente muy mencionado en medios, Manuel Negrete, se pronunció por instalar parquímetros en el centro, para evitar la operación de los franeleros. La respuesta de la Jefa de Gobierno, fue que debe consultarse previamente a la ciudadanía. El secretario de Movilidad, ha declarado la existencia de concesiones de parquímetros a empresas que no las operan, y ha recordado la vieja denuncia sobre el 70% que se llevaban y el 30% que en pocas ocasiones vieron los vecinos que se aplicará en sus colonias.
Es de reconocerse la valentía del alcalde en proponer los parquímetros, cuando su antecesor electo, haciendo eco de una demanda vecinal, se opuso a ellos. Lo cierto es que entre el ideal-meta de una calle segura y sin tarifa regular o no, y los franeleros; es mejor pagarle a una concesionaria que devuelva un porcentaje en beneficio de la colonia.
