Es un lugar común sostener que las aportaciones de la Revolución mexicana al pensamiento político se encuentran en la Constitución de 1917. Los especialistas coinciden en que dichas aportaciones se hallan en los artículos 27 y 123, que incorporan a la Carta Magna los llamados derechos sociales. Como se recordará, el artículo 27 versa sobre la propiedad y el 123, sobre el trabajo.
A mí me parece que además de los artículos 27 y 123 deberíamos incluir el artículo 83 en esta pequeña lista de contribuciones de la Revolución mexicana al pensamiento político. El meollo doctrinario de ese artículo es la enfática prohibición de la reelección presidencial. De acuerdo con la redacción original de este artículo, el Presidente “nunca podrá ser reelecto”.
La Revolución mexicana se hizo por muchas razones, pero es innegable que una de ellas fue impedir, de una vez y para siempre, que los presidentes mexicanos pudieran reelegirse. Para los constituyentes de 1917, la reelección no traía sino males que debían erradicarse de raíz.
El fundamento de la no reelección es el principio de que, en una democracia, el pueblo no debe dar el poder a una persona de manera indefinida. Para garantizar el cumplimiento de este principio, el pueblo renuncia a su facultad de reelegir a quien haya ocupado antes el cargo. Además del razonamiento doctrinario hay uno histórico. El pueblo de México no olvida que cuando reeligió a un hombre tan extraordinario como Porfirio Díaz, las consecuencias fueron fatales.
El principio de la no reelección no contradice las atribuciones que otorga la Constitución al Poder Ejecutivo. La Constitución de 1917 propone, en efecto, un régimen presidencialista. Sin embargo, ese enorme poder que le da a una persona viene con una fecha de término irrebatible.
Se nos recordará que el artículo 83 fue reformado en 1927 —a propuesta del diputado Gonzalo N. Santos— para permitir la reelección no consecutiva de Alvaro Obregón. Sin embargo, ese desafortunado desliz —o mejor dicho, esa despreciable traición— fue lo que le costó la vida al caudillo y, de rebote, lo que impulsó la creación de un partido político —único en la historia— que tuvo dos misiones igualmente importantes: permitir la continuidad de la política revolucionaria e impedir que el Presidente cayera en la tentación de perpetuarse en el poder.
En 1933 se volvió a reformar el artículo 83 para eliminar la reelección y, salvo algunos pequeños ajustes, así se ha quedado desde entonces.
Uno de los mayores logros de la política mexicana es que, después de Obregón, ningún otro Presidente ha logrado retornar al poder una vez concluido su periodo. Se trata de un logro enorme que no debemos dejar de reconocer y admirar. Mientras el artículo 83 siga prohibiendo la reelección, en cualquiera de sus formas, se podrá decir que el espíritu de la Revolución mexicana seguirá vivo.