Un dicho popular en México dice que no es lo mismo ser borracho, que cantinero.
Desde el lado apropiado de la barra, es posible quejarse de todo, hacer un desmán y hasta acabar ovacionado, mientras que, desde el otro, la complejidad de atender un negocio y sacarlo a flote requiere un continuo esfuerzo en el que se es responsable de absolutamente todo y las probabilidades de hacer algo mal son muy altas.
Justo por ello, el ejercicio del poder casi siempre desgasta a quien lo ejerce y, en un entorno de democracia y elecciones competidas, esto implica que ningún partido o candidato tiene asegurada la victoria en las siguientes elecciones. Esto no es ninguna novedad: desde las recomendaciones clásicas de Maquiavelo aparece el recordatorio de la fortuna como una rueda de la cual cualquier político puede caer de un momento a otro.
Lo que sí parece ser novedoso son las características de quienes están desplazando a los políticos caídos en desgracia: comienzan a imponerse los candidatos que se presentan como la opción más antisistema, con los discursos más incendiarios hacia el statu quo, a la vez que son los más ambiguos en sus propuestas de campaña. En el vacío del cantinero cuestionado y la mayoría de los borrachos adormilados, el más escandaloso se hace presente. Donald Trump es el ejemplo perfecto, pero alrededor del mundo el fenómeno comienza a replicarse y cada día continúa avanzando.
Uno de los casos más recientes se dio en Ucrania. En la primera vuelta electoral, celebrada el 31 de marzo, el presidente actual Petró Poroshenko obtuvo 15% de los votos, mientras que el primer lugar, con el doble de sufragios, fue para Volodymyr Zelensky. Hasta hace un par de años, Zelensky era sólo un cómico de la televisión famoso por interpretar a un profesor de secundaria que se convertía en presidente. El programa lleva por título “Siervo del Pueblo” y éste fue el nombre del partido político con el que Zelensky lanzó su candidatura. En la campaña, el cómico jamás acudió a ningún debate presidencial. En sus propuesas lo único claro era su crítica frontal contra la corrupción e ineptitud de la administración actual, pero sobre planes específicos todo fue ambigüedad y en los temas espinosos dijo que apelaría a la celebración de referéndums para que el pueblo decidiera. Falta ver el desenlace de esta historia el próximo 21 de abril, pero todo parece indicar que Poroshenko no podrá permanecer en el cargo.
Zelensky, junto con una pléyade de personajes por toda Europa, América Latina y Estados Unidos están tomando por asalto a la política tradicional al ofrecer un discurso de cambio profundo y lo más alejado posible de los vicios del pasado. En la gran mayoría de los casos se trata de políticos sin experiencia que, conforme pase el tiempo, irán descubriendo que no es lo mismo ser borracho, que cantinero. Sin embargo, la gran pregunta para todos los países que han caído en las manos del populismo es la misma: ¿cómo hacer que el siguiente en la lista no sea alguien igual? He ahí la cuestión.

