Cae la popularidad de AMLO, ¿triunfo de la oposición?

Foto: larazondemexico

Desde el arranque del sexenio, la popularidad de Andrés Manuel López Obrador ha sido motivo de intenso debate. Muchas de sus decisiones, las más polémicas, se respaldaron en los altos índices de aprobación a su gobierno para acallar o arrinconar a sus críticos.

A principios de esta semana, Consulta Mitofsky hizo pública su más reciente encuesta, donde registran una baja en el respaldo al presidente de casi ocho por ciento en las últimas semanas.

En este espacio, dando puntual seguimiento a las mediciones publicadas, construimos la tesis de que la aprobción presidencial se sustentaba más en la expectativa de lo que podría lograr el gobierno, que en la percepción de que las cosas ya hubieran cambiado.

Pero tarde o temprano, la realidad tendría mayor peso que esa expectativa. El desgaste natural nos llevaría ahí, pero ese momento podía acelerarse por tres factores: los casos emblemáticos que sensibilizan a la gente sobre los grandes problemas del país; los errores propios en la comunicación del Presidente; y el trabajo de sus opositores para maximizar sus errores y comunicar que otra realidad podría ser posible.

Para AMLO, ese desgaste empezó al final del primer trimestre del año, cuando las cifras oficiales confirmaban el aumento de la violencia a lo largo del territorio nacional y la baja en la expectativa de crecimiento económico.

Pero el punto de quiebre parece ser la tragedia en Minatitlán, Veracruz, en donde 13 personas, incluido un bebé, fueron brutalmente asesinadas. Este caso, que coincide con el inicio de la tendencia negativa, conjuntó dos de los factores de aceleramiento mencionados: conmovió al país hasta las entrañas y provocó el primer gran error de la comunicación del Presidente: una reacción tardía, fría y lejana.

Pero, así como en su momento hubiera sido un error del gobierno creer que 80 por ciento de aprobación significaba tal nivel de satisfacción con la realidad del país, el mismo error cometería la oposición atribuyéndose esta nueva tendencia negativa.

Usando una metáfora tenística, aún hoy en tendencia negativa, parece que AMLO lleva cinco meses al saque. Es él quien acierta o se equivoca. La oposición sólo responde.

Con una comunicación reactiva, los partidos de oposición emocionan poco porque pelean todas las batallas de la misma manera. Así, resulta imposible saber cuáles son sus prioridades y encontrar puntos de encuentro con la gente.

Terminada la luna de miel de AMLO con un porcentaje de los mexicanos; es momento para la oposición de reinventarse en su posicionamiento. Elegir batallas estratégicas. En ellas, generar propuestas y contenidos propios y llevarlos al debate público para proyectarle a los ciudadanos qué es lo que ofrecen, más allá de ser vigilantes y opositores al Presidente.

De no hacerlo, la popularidad del Presidente podría seguir cayendo, y aunque eso mejora su panorama, no significa que sean ellos quienes lo capitalicen.

Si hay tanta confianza en que el tiempo y la realidad terminarán con el respaldo al gobierno, la prioridad de la oposición debería ser presentarle a esos ciudadanos, desde ya, razones para identificarse con ellos.

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