Las opciones de la Corte

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Incluso los críticos de la Corte reconocen que, en un hipotético caso de reforma constitucional que verdaderamente amenazara con desaparecer derechos humanos, por ejemplo al restaurar la esclavitud, el máximo tribunal tendría que invalidarla. Sólo unos pocos positivistas radicales creen que, ni siquiera bajo ese supuesto, el contenido de una reforma constitucional sería impugnable. Y se contradicen, pues en nombre de la soberanía popular admiten casos que destruirían la soberanía popular.

Ahora bien, para refutar a otros positivistas, a los moderados, los defensores de la Corte argumentan que el derecho a votar por jueces, magistrados y ministros será ilusorio por la gran cantidad de personas a elegir. La reforma judicial realmente aprobada (no de la que hablan los ideólogos que no entran en detalles) violaría derechos humanos por exigir que los ciudadanos, dentro de la mampara, seleccionen a cientos de jueces, algo que no es práctico ni realista. Votar de verdad implica discernimiento y reflexión sobre cada candidato, pero con tal cantidad de puestos a llenar, el acto se volvería imposible de ejercer a conciencia, lo que desvirtuaría ese proceso democrático y comprometería la verdadera representación de la voluntad popular.

En resumen: si se eliminan derechos humanos mediante reformas constitucionales, la Corte puede invalidarlas. ¿La actual viola el derecho a votar de manera efectiva, no simulada? ¿Por qué sería “excesivo” el número de jueces a elegir? ¿Cada votante se va a tardar horas en la casilla? ¿La boleta tendrá tres listas (la de candidatos apoyados por el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial), de modo que los votantes voten por consigna por incondicionales de la 4T?

Un amigo me asegura que “se trata de una elección sin campañas, pero no sin información”. La cuestión clave será, entonces, si el INE lograría proporcionarnos información útil acerca de los candidatos y de los tribunales, para los cuales se está eligiendo. Y las personas candidatas, en un breve texto, deberán decir qué tipo de justicia proponen impartir en ese tribunal. El INE tendría la gran carga de explicar muchos detalles al electorado, formado por no especialistas.

Así, la Corte tiene que evaluar si nos encontramos ante falsas consultas que hagan nulo el derecho humano a votar (en nombre del cual se ha tocado el principio de la división de poderes). En cuyo caso incluso muchos positivistas moderados coincidirían en que se debe invalidar la reforma judicial, en su formulación actual.

O bien, en caso contrario, si la Corte considera que el INE sí es perfectamente capaz de salvar los escollos que existen, y nos ofrece a los electores una auténtica votación, entonces la reforma no tiene por qué invalidarse de fondo (otro tema es el de las posibles violaciones de forma, durante el proceso de enmienda).

Pero nótese que, en caso de que la impugnación de fondo procediese, eso no significa que la 4T doblará las manitas. Como dijo la Presidenta Sheinbaum, 8 ministros no van a detener la reforma judicial. Acaso, simplemente, obliguen a que las consultas para votar por los jueces se preparen mejor y no sean un fiasco.

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