TEATRO DE SOMBRAS

¿Nos hará mejores personas la inteligencia artificial?

Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Hay dos maneras en las que podemos entender la frase “ser una mejor persona”. Una tiene una dimensión moral: ser una mejor persona es ser una persona cada vez más buena, más justa o más compasiva. La otra manera de entender la frase no tiene esa dimensión moral sino práctica: ser una mejor persona es ser alguien cada vez mejor adaptado a la persona que uno es o quiere ser.

En el primer sentido, lo que cuenta como lo mejor está determinado por un “deber ser”, que vale para todos por igual. En el segundo sentido lo que cuenta como lo mejor está determinado por un criterio que vale para mí y sólo para mí de acuerdo con mis creencias, valores, emociones y gustos.

Reid Hoffman fue uno de los fundadores de Linkedin y es miembro del consejo directivo de Microsoft. Según Hoffman, la IA nos ayudará a ser mejores personas en el segundo sentido descrito arriba, es decir, gracias a la IA podremos ser más fieles a nosotros mismos en las decisiones que tomemos. De eso trata, entre otras cosas, su libro Superagency: ¿What Could Possible Go Right With Our AI Future?

De acuerdo con Hoffman, la IA no sólo no nos quitará libertad, sino que, por el contrario, nos ayudará a ser más libres, en el sentido de actuar mejor de acuerdo con lo que nosotros elegimos de manera autónoma. Digámoslo de otra manera: la IA no nos ordenará qué hacer, eso lo decidimos nosotros, pero lo que sí hará es ayudarnos a tomar las mejores decisiones de acuerdo con el perfil que ella haga de cada uno de nosotros, es decir, nos recomendará qué hacer en cada momento.

Hoffman da algunos ejemplos en un artículo periodístico publicado recientemente. Supongamos que estamos considerando mudarnos de ciudad. La IA recordará todas las opiniones que hemos hecho sobre diversas ciudades y sobre esa base nos hará una sugerencia que se adapte mejor a los gustos, las opiniones y las preferencias que hemos manifestado en el pasado. Otro ejemplo: en una tienda vemos un libro que nos llama la atención; la IA nos podrá advertir, con base en nuestros patrones de lectura pasados, que no acabaremos de leer ese libro porque nos resultará aburrido.

La propuesta de Hoffman me parece escalofriante. Nunca hemos necesitado máquinas para ser mejores personas en el sentido de ser más fieles a nosotros mismos. Lo que nos vende Hoffman es un dispositivo para tomar decisiones a partir del perfil que la IA ha hecho de nosotros mismos. Confundir ese perfil con la persona que somos es un error gravísimo que atenta contra nuestra condición humana más profunda. Toca a la filosofía contemporánea señalar las diferencias que hay entre los perfiles creados por la IA y las personas de carne y hueso que somos.