La tarde del lunes, Donald Trump envió un ultimátum al grupo terrorista Hamas: “O entregan a los 76 rehenes que aún mantienen secuestrados a más tardar el sábado 15 de febrero a las 12 horas, o se desatará el infierno”. Además, advirtió que no aceptaría una entrega gradual: todos o el infierno, sentenció.
El contexto. El sábado pasado, Hamas liberó a tres rehenes en condiciones deplorables, con signos de desnutrición y abuso que recordaban a sobrevivientes de campos de concentración. Las imágenes indignaron a la sociedad israelí, que exigió la liberación inmediata del resto, en especial de los más vulnerables, como los bebés Kfir y Ariel Bibas, junto con su madre, Shiri.
De inmediato, la maquinaria propagandística de Hamas reaccionó con una estrategia común en la desinformación: equiparar su situación con la de las víctimas. Publicaron imágenes de un supuesto prisionero liberado en condiciones similares a las de Or Levy, Eli Sharabi y Ohad Ben Ami. Sin embargo, no presentaron pruebas verificables que respaldaran su versión.
La crisis del acuerdo. En este contexto, Hamas anunció que suspendería la entrega de rehenes, argumentando que Israel había violado el cese al fuego. La respuesta del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, fue inmediata: ordenó a las tropas prepararse para reanudar la ofensiva. Como acto de provocación, Hamas envió personas a zonas prohibidas bajo el acuerdo, poniendo en riesgo su continuidad y aumentando la incertidumbre para las familias de los secuestrados.
Entonces, Donald Trump intervino con su estilo característico. Sin consultar a nadie, estableció una fecha y una hora límite. Su ultimátum eleva la tensión en la región y sugiere que, en caso de incumplimiento, la Casa Blanca daría luz verde a Benjamin Netanyahu para reanudar los ataques con toda la capacidad militar disponible, algo que la administración Biden había intentado contener.
La reacción de Hamas. En respuesta, Sami Abu Zuhri, dirigente de Hamas, restó importancia a la amenaza y declaró a AFP: “Trump debe recordar que hay un acuerdo que ambas partes deben respetar. El lenguaje de las amenazas no tiene ningún valor y sólo empeora las cosas”.
Sin embargo, Hamas sabe que su margen de maniobra y negociación se reduce drásticamente una vez que libere a todos los rehenes. Además, su aparato de propaganda tendrá que construir una nueva narrativa para justificar sus crímenes, incluidos los asesinatos de adultos mayores, sobrevivientes del Holocausto y, probablemente, de los niños Bibas, de apenas 2 y 5 años.
Han pasado 494 días desde el ataque que desató la guerra de los siete frentes, un conflicto que podría haber terminado con la liberación de los secuestrados, evitando así más sufrimiento tanto para israelíes como para palestinos. Hamas ha optado por prolongarlo.
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