El 2 de marzo de 2022, a una semana de iniciada la brutal invasión rusa de Ucrania, la Asamblea General de la ONU debatió y votó una resolución que condenaba la que definía como “guerra de agresión” de Rusia y Bielorrusia contra la nación vecina. El texto resolutivo señalaba que la autodenominada “operación militar especial” del Kremlin contravenía la Carta de Naciones Unidas y llamaba al retiro de las fuerzas rusas y al respeto de la soberanía ucraniana en las regiones de Donetsk y Luhansk.
El documento, que instaba también al respeto de garantías para el tránsito de ayuda humanitaria en las zonas de conflicto, arrojó un resultado de 141 de 194 votos, con 5 en contra y 35 abstenciones. La gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos votó a favor de aquella resolución. Ni un solo país de la región votó en contra y las abstenciones estuvieron concentradas en el bloque bolivariano (Cuba, Nicaragua, Bolivia), más El Salvador y la ausencia de Venezuela.
El mapa político de América Latina era entonces muy parecido al de ahora, salvo por la llegada al poder de Javier Milei en Argentina. Los gobiernos de la izquierda democrática en México, Brasil, Colombia y Chile, más el de Alberto Fernández en Argentina, votaron a favor de Ucrania y en contra de Rusia. En ese momento de clara mayoría de la comunidad internacional en contra de la guerra, la abstención era, fundamentalmente, un gesto amistoso con Putin.

Austeridad sí, “en los bueyes de mi compadre”
Tres años después, el panorama da muestras de cambio. La guerra ya dura demasiado, Rusia ha reforzado sus posiciones en el frente militar, hay un evidente desgaste en el liderazgo nacional e internacional de Volodimir Zelenski, que lo llevó a posponer las elecciones el año pasado, y, sobre todo, ha vuelto a la Casa Blanca Donald Trump, aliado de Putin. Esta vez, Trump parece decidido a llevar su entendimiento con Moscú al plano de una alteración de los vínculos históricos de Estados Unidos con Europa.
En la más reciente votación de la ONU sobre Ucrania es notable el cambio. Una resolución que vuelve a plantear la necesidad del retiro de las fuerzas interventoras rusas del territorio ucraniano obtuvo sólo 93 votos a favor, de un total de 176. La corriente partidaria de la salida de las tropas rusas, como premisa del acuerdo de paz, ha perdido una tercera parte de su apoyo. A su vez, la línea putinista se ha triplicado con 18 votos a favor de Moscú, incluido el de Trump, mientras las abstenciones se han duplicado.
América Latina juega su papel en ese cambio. Entre los votos a favor de Rusia y Estados Unidos, es decir, de Putin y Trump, se encuentran los de Nicaragua y Haití. Entre las abstenciones, que ahora habría que interpretar como gestos de aproximación o distanciamiento simultáneos de Washington y el Kremlin, figuran Brasil y Colombia, países gobernados por la izquierda, que han votado en sentido distinto a México, Guatemala y Chile, además de Cuba, Honduras, El Salvador, Panamá, República Dominicana o Costa Rica.
