Graciela no puede dormir. De los siete días de la semana, concilia el sueño sólo en tres.
Hace un par de semanas, además, tuvo que ir al psicólogo porque siente que algo está haciendo mal en su trabajo.
Hasta hace unos meses, tenía tiempo de caminar por las tardes e ir al gimnasio por las noches. Ahora ya no.
Pamela también trabaja más horas de las que puede. El martes de la semana pasada estuvo a punto de ser asaltada cuando volvía a su casa, luego de una jornada de trabajo que en los últimos meses termina muy noche.
Los hijos de Pamela pasan más tiempo a solas en casa que antes. Regresan solos de la escuela en uno de los barrios más peligrosos del Estado de México.
Graciela y Pamela trabajan en el Instituto Nacional Electoral. La primera en las oficinas centrales y la segunda es capacitadora electoral.
Las dos son víctimas de los recortes presupuestales a los que se ha sometido al árbitro electoral. Lo son, porque desde que a alguien se le ocurrió hacer una reforma judicial sin presupuesto, tienen que doblar turno y hacer el trabajo de dos o hasta tres personas.
El INE no se negó a llevar a cabo una elección judicial, se dijeron dispuestos a cumplir con el mandato constitucional y organizar la elección de personas juzgadoras. Sólo que eso costaría 13 mil millones de pesos.
Desde el Gobierno, se dijo que para esa encomienda sólo habría siete mil millones y, entonces, se tendrían que ajustar a ese presupuesto.
El árbitro electoral dijo, bueno, nos ajustamos, pero pasamos de 170 mil casillas a 84 mil centros de votación. Aún con eso, necesitamos mil 500 millones más para poder hacerla y pagar a todo el personal que se encargará de armar el andamiaje de esta elección.
Desde Palacio Nacional se mandó el mensaje, de esos mil 500, sólo habría 800 millones y háganle como puedan.
Entonces, el árbitro electoral le dijo al personal que habría que sacar la casta, que habría que doblar turno y que habría que hacer más con menos. En un país donde se dice que hay un gobierno para el pueblo, es el mismo Gobierno el que le pone más chamba y con menos paga a los trabajadores de instituciones públicas, en este caso, el INE.
Graciela y Pamela, así como miles de trabajadores más, han tenido que aceptar o renunciar ante las condiciones adversas a las que se enfrenta el organismo. Graciela ha tenido que solicitar ayuda con un psiquiatra al que le tiene que destinar una parte de sus recursos y de su poco tiempo.
Pamela sigue tocando puertas incluso entrada la noche, invitando a los ciudadanos a formar parte de las mesas de casilla; sus hijos se quedan sin verla, gracias a la decisión de alguien que no previó que una elección cuesta, además de bastante dinero, calidad de vida para las personas.
En el baúl. La semana pasada en el Tribunal Electoral se suscitó una votación inédita. El bloque oficialista votó en favor del proyecto de un magistrado, Reyes Rodríguez, del bloque opositor. Las aguas se están moviendo de forma muy extraña en el Tribunal, a dos meses de la elección judicial.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!!!