TEATRO DE SOMBRAS

La llegada del nacionalcapitalismo

Guillermo Hurtado. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Desde entonces, el mundo ha sido distinto. Lo que sucedió fue la caída del socialismo. El pasado 2 de abril de 2025 quizá sea recordado como una fecha con la misma importancia. En esta ocasión no cayó ningún muro, pero sí cayó la globalización.

La globalización fue una modalidad del capitalismo que se expandió después de la caída del muro de Berlín. En México sabemos muy bien en qué consiste. El 1 de enero de 1994, México entró en ese sistema con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Antes del llamado TLC, México era muy distinto. No sólo su economía, sino que su sociedad, sus formas de vida eran diferentes. Lo que aconteció en aquel entonces fue una verdadera transformación. Algo semejante ocurrió en el resto del mundo. La globalización llegó a todos los rincones del planeta.

Desde siempre hubo resistencia a la globalización. En México, la izquierda se organizó de inmediato para enfrentarla alrededor del Partido de la Revolución Democrática. De una manera muy diferente, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional también ofreció una resistencia a la globalización. De igual modo, por todo el mundo aparecieron otros movimientos globalifóbicos que hicieron una crítica de ese sistema político y económico. Sin embargo, hasta hace unos años, todo indicaba que no tenían la suficiente fuerza para detener la globalización rampante.

Desde hace tiempo se observaban movimientos contrarios a la globalización en los países que antes habían sido sus promotores. Un primer aviso fue el llamado Brexit, la salida del Reino Unido de la Comunidad Económica Europea el 1 de febrero de 2020. Sin embargo, este 2 de abril, el llamado por Trump como “el día de la liberación”, marca de manera tajante lo que podemos llamar el fin de una época y el comienzo —incierto, todos los comienzos son inciertos— de una nueva.

Todos conocemos las críticas a la globalización. Se trata de un sistema despiadado con las formas de vida tradicionales, con las economías locales, con el medio ambiente. Es un sistema que enriquece, como nunca en la historia, a un grupo pequeñísimo de personas y pone a los demás en una situación precaria. La globalización es un capitalismo voraz, que busca en cualquier rincón del mundo a sus trabajadores y a sus clientes. A los primeros, los explota de la manera más inmisericorde; a los segundos, los embauca por medio de fantasías que invaden a sus culturas locales.

¿Qué vendrá ahora? Me parece que lo que veremos es lo que se podría denominar el “nacionalcapitalismo”. En pocas palabras, una nueva etapa del capitalismo en el que los intereses nacionales —militares, políticos, económicos— se pondrán por encima de los privilegios indiscriminados que gozaron algunos durante la globalización.

¿Viviremos mejor que antes? ¿Nos irá peor? Ya se verá.

Temas: