FRONTERA DE PALABRAS

Tierra y Libertad

Mauricio Leyva. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

Si no hay justicia para el pueblo que no haya paz para el gobierno.

Emiliano Zapata.

Emiliano Zapata es uno de los hombres enigmáticos de México porque no existe una figura más icónica de la lucha por la igualdad y la justicia social que la suya. Sus postulados acompañan de manera indisoluble cada marcha, cada resistencia campesina y cada una de las voces revolucionarias las cuales, sin distingo de edades, evocan su nombre y su carácter de hombre firme que peleó hasta el final de su vida por mejorar las condiciones de vida del pueblo mexicano. Emiliano Zapata al frente del Ejército Libertador del Sur combatió contra un régimen que no cumplió con los principios de la Revolución del 20 de noviembre de 1910 olvidándose del pueblo y negándose incluso a remediar los males que azotaban al sector campesino y obrero. En la proclamación del Plan de Ayala se puede leer con claridad: “Teniendo en consideración que el tantas veces repetido Francisco I. Madero, ha tratado de ocultar con la fuerza bruta de las bayonetas y de ahogar en sangre a los pueblos que le piden, solicitan o exigen el cumplimiento de sus promesas en la Revolución, llamándoles bandidos y rebeldes, condenándolos a una guerra de exterminio, sin conceder ni otorgar ninguna de las garantías que prescriben la razón, la justicia y la ley; teniendo en consideración que el Presidente de la República Francisco I. Madero, ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo”.

El Plan de Ayala fue el inicio del vuelo emprendido por el Fénix de la Revolución mexicana, podría decirse sin exagerar, que su espíritu le devolvió el sentido de la búsqueda por alcanzar la justicia y la igualdad social. Un espíritu que sin duda se impuso contra Madero y que, junto a Bernardo Reyes, Félix Díaz, Pascual Orozco y Francisco Villa, lograron reconfigurar el poder en México. No obstante, Emiliano Zapata asumió siempre su libertad y los riesgos que ello implicaba, fue vertical e insobornable en sus ideas. Sus postulados agraristas invariablemente se impusieron en la Constitución de 1917 ante Venustiano Carranza quien en un principio aspiraba institucionalizar la revolución desde una perspectiva moderada. Sin el ímpetu de los jefes de la revolución como lo fue el caso de Emiliano Zapata, muchos de los temas sociales no hubiesen tenido la presencia que tuvieron en los preceptos constitucionales. Hombre de una sola pieza, no se vendió, no traicionó su movimiento, su línea fueron sus principios y su lema “Tierra y Libertad” sigue siendo el grito de guerra de las causas revolucionarias. Emiliano Zapata junto con Ernesto “El Che” Guevara son de las figuras más influyentes en América Latina.

En el marco del 10 de abril en el cual se conmemora el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata se hace imperativo reflexionar sobre la lealtad que tuvo a sus principios, el respeto para sí mismo que lo llevó a no doblar la rodilla ante nadie y que nos exige y nos impone desligarlo ya de este paralelismo que los políticos quieren hacer de él en sus proyectos y que se alejan, tanto de forma como de fondo, de todo lo que éste realmente representa. Dentro de la literatura que nos puede acercar a su vida y obra encontramos la siguiente: Armando Ruiz Aguilar. Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra. Correspondencia entre Francisco Villa y Emiliano Zapata, Ediciones Conaculta; de Felipe Ávila. La lucha por la justicia, la tierra y la libertad, publicado por Crítica y John Womack Jr. Zapata y la Revolución mexicana del Fondo de Cultura Económica.

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