CIVITAS

CNTE, límites de la aceptabilidad

Salvador Guerrero Chiprés<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Salvador Guerrero Chiprés*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre casas de campaña, lonas empujadas por el viento como lo es la protesta social magisterial por el cálculo político. Los altavoces con consignas sindicales de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) dirigen su amenaza declinante de bloqueos y abusos al cuerpo exhausto de la capital nacional.

Una prueba de estrés para el sistema político, la izquierda gobernante y una oportunidad mezquina para la derecha opositora y para los límites, cada vez más difusos, de la aceptabilidad pública de una ciudad harta de chantajes particulares y colapso localizado de la vialidad o de la viabilidad del diálogo político.

La CNTE es una de las organizaciones gremiales más radicales, lleva décadas forjada en las calles y registra una involución del respaldo popular, no solamente en los estados donde tiene alguna vigencia, sino en la capital nacional, donde no existe ninguna señal mayoritaria local de respaldo.

Plantón, bloqueo, paro. Otra vuelta. Cada año. Mientras continúa la desgracia de la educación pública en las entidades donde persiste.

Ni la ciudad ni la izquierda son ya las mismas. A la izquierda del Gobierno le llega la generalizada molestia por las movilizaciones de la CNTE, a la cual ya no la abraza como en la época del PRI y el PAN la misma causa de construir un cambio de régimen, ahora acercándose a su séptimo año.

Los límites de la aceptabilidad pública no son estáticos. Son líneas móviles trazadas por coyuntura, fatiga ciudadana, afectos y efectos del poder. La narrativa del “derecho a la ciudad” ya no es suficiente cuando negocios del Centro Histórico acumulan pérdidas, turistas topan con barricadas de lonas y las y los capitalinos cargan frustración junto a las maletas para llegar al Aeropuerto.

La Presidenta Claudia Sheinbaum no ha ofrecido carta blanca. Redefine canales de diálogo. Una forma elegante de instaurar reglas nuevas. Mientras el Zócalo y una CDMX del obradorismo son rehenes de la irritada inconformidad. Sheinbaum encuentra apoyo y una actitud política semejante de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada.

La nueva estrategia gubernamental busca equilibrio: mantener vivo el vínculo con las bases sociales sin ceder ante prácticas erosionadoras de la gobernabilidad. En la CNTE no todos quieren lo mismo. Hay una lucha interna entre sectores ultras, promotores de la confrontación abierta. Desgaste de poder. Los grupos casi moderados, favorecedores del diálogo como vía posible, discrepan de los “duros”.

La división se agrava cuando la Coordinadora amenaza con boicotear la elección judicial del próximo domingo, y su narrativa coincide tangencialmente con la derecha.

¿Se oponen por las mismas razones? No. ¿Están aliados? Tampoco. Los extremos, ocasionalmente, se tocan.

Mientras tanto, la ciudad que se joda.

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