El 3 de junio se vivía en un ambiente tranquilo sabiendo que existe una relación cordial entre México y Estados Unidos, pero quizá a la que estaban acostumbrados funcionarios de ambas naciones no la volvamos a ver por un largo tiempo, que hoy se vive día a día bajo la sombra de las decisiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que todos los días va por cumplir lo que prometió antes de regresar a la presidencia de esa nación y al Despacho Oval, que Estados Unidos vuelva a ser grande y poderoso, y es bajo esa sombra que decide firmar un nuevo decreto que ordena duplicar los aranceles a las importaciones de acero, aluminio y sus productos derivados, pasando del 25 por ciento vigente desde marzo a un 50 por ciento, con efecto a partir de las 00:01 horas del 4 de junio.
La Casa Blanca justificó la decisión con el argumento de que las importaciones de estos insumos amenazan con menoscabar la seguridad nacional del país, una narrativa que Trump ha sostenido desde su primer mandato y que ha retomado con fuerza en su nuevo periodo en el poder. En el documento, se menciona que el secretario de Comercio concluyó que las cantidades y condiciones bajo las cuales estos productos ingresan al mercado estadounidense podrían debilitar la industria nacional de metales, considerada esencial para la infraestructura crítica, la Defensa y la economía en general.
Esta nueva medida, que se da en medio de un clima político y comercial global ya tenso, ha provocado incertidumbre entre los aliados comerciales de Estados Unidos, y generado una oleada de reacciones tanto en el ámbito empresarial como en el diplomático. Los sectores industriales estadounidenses que dependen del acero y aluminio importado, como la construcción, el automotriz, la manufactura de maquinaria pesada y la industria de bebidas, prevén aumentos inmediatos en sus costos de producción, lo que podría impactar los precios al consumidor y desacelerar ciertas cadenas productivas. Al mismo tiempo, las represalias o reacciones comerciales por parte de países afectados podrían escalar en una nueva ronda de conflictos comerciales, similares a los que se vivieron entre 2018 y 2020.
Uno de los primeros países en pronunciarse ha sido México, principal socio comercial de Estados Unidos bajo el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, sabe que la decisión afecta a ambas naciones, porque la medida no sólo es injustificada desde el punto de vista técnico y comercial, sino también perjudicial para los intereses económicos y estratégicos de ambas naciones. Según el análisis, que se hace, es que lejos de proteger a la industria estadounidense, los nuevos aranceles podrían afectar empleos y encarecer insumos para fabricantes de ambos lados de la frontera.
Se advierte que este tipo de decisiones contradicen el espíritu de cooperación e integración que el T-MEC busca fomentar. Se sabe y queda claro que la industria automotriz opera con cadenas de suministro que cruzan la frontera múltiples veces antes de que un vehículo esté terminado, por lo que cualquier obstáculo comercial encarece el producto final y reduce la competitividad regional frente a Asia y Europa. Además, que imponer medidas unilaterales de esta naturaleza rompe con las reglas establecidas del acuerdo trilateral, lo cual podría ser objeto de controversias formales o paneles de solución de disputas.
México seguirá por el camino ya anticipado, de consolidar canales de diálogo con las autoridades estadounidenses. Se adelanta que esta misma semana se ahondará en el tema. Nuestro país, por supuesto, buscará que la medida sea retirada o corregida antes de que genere daños más profundos en sectores clave de la economía bilateral. La solicitud de reuniones formales con representantes del Departamento de Comercio y del USTR (Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos), ya está más que hecha, con informes técnicos detallados sobre el volumen, tipo y destino de las exportaciones mexicanas de acero y aluminio, así como su contribución a la industria estadounidense. En esto México no está solo, hay aliados que pueden respaldarlo en este asunto y que también van por defender lo suyo.
Inteligentemente, México responde a una estrategia de firmeza con prudencia, no dando paso al enfrentamiento, ni a una guerra comercial que podría escalar y perjudicar seriamente la estabilidad económica de la región. El Gobierno mexicano apuesta por la vía institucional del T-MEC, la diplomacia y la presentación de evidencia. Las cadenas globales de suministro están en proceso de reconfiguración y no pueden vivir con decisiones de política comercial que pueden tener un impacto inmediato y profundo. El desenlace de este conflicto será clave para definir la dirección que tomará el comercio en América del Norte durante los próximos años. Eso sí, si no antes la sombra de aranceles adicionales se hace presente.
Acto Solidario. Fundación Cimarrón y el Sistema DIF Vallarta, Jalisco, firmaron un convenio de colaboración con el objetivo de impulsar acciones conjuntas en beneficio de la población más vulnerable de Puerto Vallarta. El acuerdo contempla la coordinación de esfuerzos en áreas clave, como alimentación, salud y educación, mediante la donación de bienes y servicios destinados a niñas, niños, adolescentes y familias en situación de vulnerabilidad. La firma tuvo lugar en las instalaciones del corporativo de Grupo Cimarrón, con la presencia de Ana Cristina González Bohon, presidenta de Fundación Cimarrón; Claudia Marisela Peña Gómez, presidenta del Sistema DIF Vallarta; Tania Loya Fierro, directora de Fundación Cimarrón, Zaira Lilibth Castillón Rosales, directora del DIF Vallarta, y Teodoro Martínez Ruiz, director general de Grupo Cimarrón.
El DIF Vallarta cuenta con una estructura orientada a la atención integral de la comunidad, mediante programas de asistencia alimentaria, educación, desarrollo comunitario y apoyo a personas con discapacidad. Fundación Cimarrón, por su parte, desarrolla iniciativas como Utilísima y Para Verte Bien, enfocadas en proveer útiles escolares y productos de higiene personal, con el fin de evitar la deserción escolar y promover una infancia digna.