El racismo y la agenda antimigrante de la administración de Donald Trump tenían que producir encontronazos en California y, más específicamente, en Los Ángeles, la ciudad con mayor concentración de población hispana y, sobre todo, mexicana de los Estados Unidos. Casi un 50% de la población residente en la ciudad es de origen latinoamericano.
La ofensiva antimigrante del gobierno de Trump ha avanzado en la primera mitad de este año por medio de constantes medidas de restricción del ingreso, pero también a través de los arrestos y deportaciones que realiza el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas. En los pocos meses que Trump lleva gobernando más de 50 mil extranjeros han sido detenidos por el ICE.
El Centro de Detención Metropolitano del ICE en Los Ángeles se ha convertido en todo un símbolo oprobioso del racismo administrativo de Trump. Frente a sus instalaciones se han producido cada vez más multitudinarias manifestaciones en los últimos cuatro días. Manifestaciones fundamentalmente pacíficas y juveniles que han convocado diversas organizaciones promigrantes de la sociedad civil angelina.

Coscorrón a desbocados de Morena
Algunas de las consignas más repetidas, ¡Abolish ICE!, ¡ICE out of LA!, ¡No Deportations!, se dirigen frontalmente contra las redadas, las detenciones y las repatriaciones forzosas de migrantes. La administración de Donald Trump decidió enfrentar las protestas por medio de un aparatoso despliegue de la Guardia Nacional, que ofendió a más sectores de la diversa población angelina y a las institucionales locales.
El gobernador de California, el empresario, presentador de televisión y escritor Gavin Newsom, pertenece al Partido Demócrata. Newsom, que fue alcalde de San Francisco, se ha distinguido por la aplicación de políticas a favor de los migrantes. El envío de la Guardia Nacional a California ofendió al gobernador, quien ha anunciado que demandará al gobierno de Trump por violar el pacto federal.
A las protestas de Newsom, Trump respondió amenazando con arrestar al gobernador, por falta de colaboración en el control de las manifestaciones. También ha mostrado inconformidad la alcaldesa de Los Ángeles, la afroamericana Karen Bass, a quien los trumpistas han acusado de ser una radical de izquierda, que alienta las protestas a favor de los migrantes y que presentan como cómplice de la violencia.
México y otros gobiernos latinoamericanos deberían involucrarse lo más que puedan en la defensa de sus connacionales a través de sus oficinas consulares en Los Ángeles. Cualquier prurito ideológico o político debería ponerse de lado en la causa común del apoyo a los ciudadanos de origen hispano en esa gran ciudad. Las autoridades locales y estatales, y seguramente una franja profesional de las federales, estarían en la mejor disposición de colaborar con los gobiernos de la región para mantener la paz y asegurar los derechos de tantas personas amenazadas de deportación.
