Este 14 de junio los ojos del planeta comienzan a centrarse en la “Tierra de la Libertad”, en los Estados Unidos de América. El nuevo y para muchos innecesario Mundial de Clubes expandido comenzará en el Hard Rock Stadium, con la presencia del Inter de Miami de la MLS y el Al-Ahly de Egipto. Ese mismo día, en la costa oeste, la Copa Oro también dará comienzo, con la participación de México enfrentando a República Dominicana. Ambos torneos permitirán al anfitrión, perfeccionar las logísticas de cara a la máxima competición del futbol, el Mundial de 2026.
Sin embargo, ya desde hace cinco días las miradas estaban puestas en Estados Unidos, precisamente en la ciudad en donde México debutará el sábado, Los Ángeles California, debido a las fuertes manifestaciones de la comunidad latina que alzó su voz contra el Instituto de Migración y el Control de Aduanas. Los enfrentamientos entre manifestantes y la policía han subido de tono día tras día con agresiones que incluyen disparos con balas de goma. Incluso, el día de ayer, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el despliegue de 700 marinos y 4 mil guardias nacionales para reforzar la presencia militar en las calles.
Un sueño hecho realidad para Trump, quien desde campaña e inicio de su gestión, ha fantaseado con exterminar a los migrantes que considera sólo han hecho daño a su nación por décadas. Pete Hegseth, secretario de Defensa de Trump, ha asegurado este martes que el despliegue de los miles de guardias nacionales tendrá un costo de 134 millones de dólares y estarán en California al menos por dos meses.

Intimidación en Nayarit
Toda esta agitación ha cimbrado por supuesto al futbol y otras esferas de la sociedad. Por lo pronto, la logística de la selección mexicana que el sábado estará en Los Ángeles se ha tenido que modificar por temas de seguridad. Si bien, el estadio se encuentra a una distancia considerable de donde se desarrollan las protestas y enfrentamientos, el Tri ha tenido que reubicar su hotel de concentración el cual si estaba en la zona del centro de la capital de California.
En medio de este estruendo social y el cual si impacta directamente al futbol mexicano, porque el mercado más importante para la Federación Mexicana de Futbol siempre han sido los paisanos del norte, una de las voces que más se esperaba escuchar era la del timonel Javier Aguirre, el líder y capitán del barco del combinado azteca. A pregunta directa sobre si tenía un mensaje u opinión al respecto a este movimiento social, sus palabras decepcionaron nuevamente a todos: “no tengo información, no puedo opinar al respecto, soy apolítico”.
Es cierto que no es portavoz del Gobierno Mexicano o de la comunidad latina, pero durante años, los dólares americanos de la afición que asiste lealmente, precisamente para sentir un poco el cobijo de los suyos, ese dinero, ha funcionado para cobrar su millonario sueldo. Unas simples palabras de apoyo, de calidez humana hubieran sido suficientes. Las declaraciones de Aguirre reflejan el distanciamiento que existe ya entre el producto llamado “selección nacional” y la afición que cada vez se entusiasma menos con su equipo. A Javier Aguirre sólo le faltó la gorra de Sudáfrica 2010.
La fiesta del futbol en USA por el Mundial de Clubes, Copa Oro y a un año de la ansiada Copa del Mundo, comienza a perder el verdadero sentido, y me temo que lo peor está por venir.
