BRÚJULA ECONÓMICA

Crecimiento Económico Insuficiente

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

El arranque del nuevo sexenio en México se presenta como uno de los más complejos del periodo moderno, caracterizado por una coyuntura nacional e internacional sumamente adversa. En el entorno externo, destacan múltiples focos de inestabilidad: tensiones geopolíticas con potencial disruptivo para la economía global, una marcada desaceleración de la economía estadounidense —principal socio comercial de México—, el endurecimiento de las políticas migratorias en EU y la amenaza de aranceles a las exportaciones mexicanas.

A nivel interno, el panorama está condicionado por la necesidad de una consolidación fiscal que implica un ajuste significativo del gasto público, en un contexto de inflación elevada y una situación de seguridad pública deteriorada en diversas regiones del país. Esta combinación de factores configura un escenario de elevada incertidumbre que ha generado una revisión a la baja de las expectativas de crecimiento económico.

De acuerdo con la encuesta de expectativas de analistas del sector privado realizada por Citi, la proyección de crecimiento del PIB para 2025 se ha ajustado sustancialmente, al pasar de un 2.0% a inicios de 2024 a tan sólo 0.1% en junio de 2025, lo cual sugiere un estancamiento técnico, con riesgos latentes de una contracción económica.

En este contexto, los datos más recientes del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), correspondientes a abril, ofrecieron una leve señal de alivio. El reporte del Inegi muestra un crecimiento mensual de 0.5%, superior a la estimación oportuna (IOAE), que anticipaba un incremento de apenas 0.2%. En términos anuales, la actividad económica creció 1.4%, mientras que el acumulado enero-abril muestra una expansión de 0.5 %. Asimismo, se revisaron al alza los datos del primer trimestre, con un avance trimestral de 0.4 por ciento.

Si bien estos resultados desactivan, al menos temporalmente, los temores de una recesión técnica —entendida como dos trimestres consecutivos de contracción generalizada de la actividad—, no modifican sustancialmente el panorama de estancamiento económico para el resto del año. De hecho, una cantidad importante de indicadores refuerzan los riesgos bajistas sobre el desempeño macroeconómico.

El bajo dinamismo de la demanda interna sigue siendo el principal factor de preocupación. Tanto el consumo privado como la formación bruta de capital fijo muestran signos de debilidad estructural, sin señales claras de reversión en el corto plazo.

Adicionalmente, se observa una postura de política económica contrapuesta entre los dos principales instrumentos macroeconómicos. Mientras el Banco de México ha iniciado un ciclo de flexibilización monetaria —limitado por la persistencia de presiones inflacionarias—, la Secretaría de Hacienda ha emprendido un proceso de consolidación fiscal que se traduce en una contracción del gasto público, particularmente en inversión física, generando efectos contractivos sobre la actividad económica.

Por último, los riesgos derivados de una eventual imposición de medidas proteccionistas por parte de EU, así como la próxima revisión del T-MEC, podrían deteriorar el clima de inversión y acentuar la incertidumbre sobre el futuro del comercio exterior mexicano.

En suma, el entorno económico para México en este primer año de sexenio es especialmente desafiante. Las cifras recientes del IGAE mitigan parcialmente el pesimismo, pero no son suficientes para revertir las señales de estancamiento económico, que continúa condicionado por factores internos y externos de alto riesgo.

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