PESOS Y CONTRAPESOS

La represalia (3/3)

Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Trump aplicará aranceles con la intención de castigar al gobierno mexicano, pero a quienes castigará será a los productores y exportadores mexicanos, y a los importadores y consumidores estadounidenses. También los aplicará para corregir el déficit de la balanza comercial de los Estados Unidos con México, como si el mismo fuera algo malo que deba corregirse. No lo es. Es el resultado deseable en la balanza comercial: que se importe más de lo que se exporta.

Cito de la carta que Trump envió a Sheinbaum: “El déficit comercial es una amenaza importante para nuestra economía y, de hecho, para nuestra seguridad nacional”, lo cual no es cierto. ¡Increíble que Trump siga repitiendo ideas equivocadas que datan del siglo XVIII y que a partir de ellas imponga políticas comerciales proteccionistas, que serán proteccionistas pero no comerciales, en el sentido de que no expanden el comercio sino que lo contraen!

El problema económico de fondo es la escasez, el hecho de que no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis. Una de las condiciones que debe cumplirse para minimizarla es que la oferta de bienes y servicios, ya sea por producción nacional, ya por importaciones, sea la mayor posible, para lo cual se requiere, entre otras cosas, que se importe más de lo que se exporta, que entren más mercancías (importaciones), de las que salen (exportaciones), lo cual da como resultado una balanza comercial deficitaria, algo que Trump considera una amenaza para la economía y la seguridad de los Estados Unidos.

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Que la balanza comercial de un país sea deficitaria quiere decir que con lo que le pagan por lo que exporta no le alcanza para pagar lo que importa, lo cual, si la moneda con la que hay que pagar las importaciones no es la nacional, plantea el reto de conseguirla por otros medios, por ejemplo, envío de remesas o inversiones extranjeras, reto que no enfrentan los Estados Unidos, porque las importaciones las pagan, mayoritariamente, con su propia moneda, el dólar.

Los aranceles pueden encarecer las importaciones, restándoles competitividad y reduciendo su demanda, lo cual, ceteris paribus, contribuye a reducir el déficit comercial, algo que Trump, equivocadamente, considera bueno y deseable. ¡El neomercantilismo del siglo XXI!

Por último, dice Trump en su carta que “si México tiene éxito en desafiar a los cárteles y detener el flujo de fentanilo, consideraremos un ajuste a esta carta”, y que “estos aranceles pueden ser modificados, hacia arriba o hacia abajo, dependiendo de nuestra relación con su país”.

¿Qué le queda a Sheinbaum? Llegar, antes del 1 de agosto, a un nuevo acuerdo con Trump, que de manera inmediata sería la promesa de que su gobierno se esforzará más en el combate al narcotráfico, y que de manera mediata implicaría el cumplimiento de esa promesa, cumplimiento que evaluaría el mismo Trump, en los términos impuestos por él mismo. Trump, ¿aceptará este compromiso de parte de Sheinbaum?

Los aranceles son una salvajada, éticamente injustos (violan derechos), y económicamente ineficaces (aumentan la escasez y reducen el bienestar), razón por la cual deberían estar constitucionalmente prohibidos. Y no lo están, ni en Estados Unidos, ni en México. La puerta al proteccionismo está abierta de par en par.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón