Una de las principales promesas de campaña de Donald Trump fue que “acabaría con la guerra entre Rusia y Ucrania en 24 horas”. Su argumento en ese intento era que, tanto el presidente Zelenski como Putin confiaban en él, lo que ayudaría a que mediara entre ambos mandatarios para llegar a un acuerdo.
Y es que, durante su recorrido para buscar nuevamente la presidencia de Estados Unidos, Trump utilizó el tema de la guerra como crítica al expresidente Biden en política exterior y lo llamó “su gran fracaso”.
Trump no logró esa promesa de campaña y la guerra entre Rusia y Ucrania solamente se intensificó.

Magnicharters, de pena
Pasó el tiempo y Trump no logró acabar con esa guerra, pero sí recibió críticas asegurando que su plan de paz inmediata, en realidad, era forzar a Ucrania a ceder territorio a Rusia para acabar con el conflicto. Todo parece indicar que, efectivamente, lo que busca negociar Trump es que se entregue tierra ucraniana a Rusia, para que Putin se desista de seguir intentando invadir todo el territorio ucraniano.
El viernes pasado se reunieron en Alaska el presidente de Estados Unidos y de Rusia, se dijo, fue una reunión para lograr la paz en la que el presidente de Ucrania estuvo ausente.
Un encuentro repleto de simbolismos, para empezar por el lugar donde se dio. Recordemos que Alaska fue territorio ruso y, en 1867, Estados Unidos lo compró.
Alaska también fue escogida por su proximidad geográfica, un punto medio para ambos mandatarios.
La cumbre se hizo en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage. El poder se demostró todo el tiempo. Putin fue recibido con un despliegue militar muy impactante y además se le puso una alfombra roja, al mismo tiempo que Trump, entregó al mandatario una escultura de águila calva estadounidense.
Ambos líderes se vieron muy cordiales, incluso Trump, tras descender del Air Force One, le dio tres tandas de aplausos a Putin en el cruce de alfombras rojas justo antes de su encuentro, donde se dieron la mano y después caminaron juntos hasta un escenario que tenía las palabras “Alaska 2025”, que parecía el inicio de una cumbre anual, menos el comienzo del diálogo para detener la guerra en Ucrania, país que, por cierto, no fue invitado.
CUMBRE DE PAZ

Antes y durante los primeros minutos del encuentro en la base aérea Elmendorf-Richardson, hubo un clima de tensión internacional por la reunión de este par de enemigos históricos, por momentos recordaba pasajes de la Guerra Fría; sin embargo, conforme pasaban los minutos todo parecía que había cambiado a una reunión de dos viejos amigos que hicieron una cumbre para mostrar su poderío, muestra de ello fue el sobrevuelo de cuatro cazas F-35 y un bombardero B-2 Spirit, usado recientemente en los ataques contra instalaciones nucleares de Irán; incluso, como pocas veces visto, Trump parecía tranquilo y no era ese altanero y eufórico, personaje que suele ser con otros mandatarios.
Después de que ambos subieron a una limusina, seguramente fue ahí donde rápidamente acordaron todo lo relacionado con Ucrania, como la repartición de territorio y un posible cese al fuego, ya que, después todo lo que se tenía programado, cambió.
Estuvieron menos de tres horas juntos, pero según el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, el encuentro estaba programado para que durara seis o siete horas, además de que se canceló la reunión de comitivas completas y el almuerzo de trabajo, por lo que, seguramente, no se llegó al cese al fuego ni el republicano aplicó las sanciones económicas adicionales con la que días antes había amenazado a Putin si continuaba con las agresiones a Ucrania.
Antes de clausurar su cumbre ofrecieron una conferencia de prensa conjunta en la que evitaron responder preguntas y, aunque hablaron de progresos, no mencionaron ninguno, ambos calificaron de “productivo” y “útil” el encuentro; sin embargo, causaron más polémica las caras que hizo el presidente ruso ante el desorden de los reporteros estadounidenses, quienes preguntaban: “Presidente Putin, ¿dejará de matar civiles?”.
Sin duda, las declaraciones más sobresalientes fueron las de Putin, porque muy sutilmente puso sus condiciones sobre la mesa; durante su discurso aseguró que también quiere terminar la guerra, que calificó de “tragedia y dolor”, con el “hermano pueblo ucraniano”, pero aclaró que para alcanzar un acuerdo duradero se deben eliminar lo que llamó “causas originarias” del conflicto y retirar las preocupaciones de Rusia en cuestión de seguridad, lo que se puede entender como el ingreso de Ucrania a la OTAN.
Hay versiones de que no quisieron revelar avances de las negociaciones, porque falta que Estados Unidos dé un informe a sus socios de Europa y Ucrania o, simplemente lo acordado con Putin no es tan relevante.
Aunque no lo dice abiertamente, Trump parece estar del lado ruso. El sábado dijo que “Ucrania tiene que estar de acuerdo” y reconoció que “Rusia es una potencia muy grande y ellos no”, refiriéndose a Ucrania.
Sin dar mayores detalles, durante una entrevista con Fox News, Trump dijo que había discutido con Putin la transferencia de tierras y garantías de seguridad para Ucrania y que habían llegado a un “amplio acuerdo”.
A todo esto, lo que parece buscar Donald Trump en todo este conflicto, es mostrar su poder geopolítico en el mundo.
Lo cierto es que para los habitantes de Ucrania que continúan viviendo en medio de la guerra, fue un fracaso la reunión que el viernes pasado sostuvieron en Alaska los presidentes de Rusia y EU, Vladimir Putin y Donald Trump, respectivamente.
Trump quería mostrar su poder y el mensaje fue precisamente ese.
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En la cumbre de Alaska, Vladimir Putin propuso que Ucrania ceda las regiones de Donetsk y Lugansk a cambio de retirarse, también exigió la anexión de Crimea, y que se prohíba la entrada de Ucrania en la OTAN.
Habrá que ver qué dice el presidente Zelenski, de Ucrania, que se reunirá con Trump y otros líderes europeos para buscar algunos acuerdos de seguridad para su país.
Según expertos de Wall Street Journal hay dos escenarios posibles: “Partición con protección”: Ucrania cede aproximadamente 20 por ciento de su territorio, mantiene su soberanía y obtiene garantías occidentales similares al caso de Corea tras la guerra de 1953 o “Partición con subordinación”: Ucrania queda políticamente debilitada y bajo influencia rusa, sin poder real de defensa futura.

