Los dos anteriores Pesos y Contrapesos los dediqué a los temas del mercado y del dinero, centrando la atención en lo que pasaría si alguien decidiera no usar dinero y no participar en el mercado.
Definí al dinero como cualquier cosa que los agentes económicos acepten como medio de intercambio, por lo que no hay algo que, por su propia naturaleza, sea dinero, por más que sí hay cosas que, por sus cualidades (escasez, durabilidad, divisibilidad, valoración generalizada), desempeñan mejor la función de medio de intercambio que otras, como es el caso de la plata, que dejó de usarse como dinero hace tiempo. En México fue en 1967 cuando dejaron de acuñarse los pesos de plata, último vestigio del sistema monetario basado en metales preciosos, momento de consolidación del sistema monetario de dinero fiduciario, sin valor intrínseco, sin respaldo de ningún tipo, ofrecido monopólicamente por una entidad estatal (el banco central), e impuesto como dinero de curso legal.
Que el dinero sea de curso legal quiere decir que los agentes económicos estamos obligados legalmente a pagar con él y a recibirlo como pago, lo cual parece contradecir la definición de dinero como cualquier cosa que los agentes económicos acepten como medio de intercambio. En México los agentes económicos no podemos, legalmente, elegir qué usar como dinero (por ejemplo, la plata), o qué dinero usar (por ejemplo, el dólar). Debemos usar el dinero producido por el Banco de México. Debemos usarlo, y lo seguiremos usando, mientras nos convenga, mientras la pérdida de su poder adquisitivo (efecto de la inflación que es provocada o permitida por el Banco de México), sea un inconveniente menor que el dejar de usarlo y recurrir al truque mientras aparece un sustituto.

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El Banco de México inició operaciones el 1 de septiembre de 1925. Se calcula, cálculo que hay que tomar con reserva, que entre 1925 y 2025 la inflación acumulada en México podría ser 2,000,000%. Nada más de diciembre de 1970 a julio de 2025, y este cálculo si es exacto, fue 1,110,669.56%, 17.16% en promedio anual. ¿Por qué, si nuestro dinero pierde, a veces más, a veces menos, pero siempre en alguna medida, poder adquisitivo, lo seguimos utilizando? Porque ese inconveniente, la pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero, y por lo tanto de nuestro trabajo, hasta ahora ha sido menor que el inconveniente que supondría dejar de usar el dinero del Banco de México y tener que recurrir al trueque y esperar a que, en el mercado, de las relaciones de intercambio entre compradores y vendedores, surja espontáneamente alguna mercancía que sea aceptada como medio de intercambio, convirtiéndose en dinero (como sucede en las prisiones con los cigarros, la comida enlatada o los artículos para higiene personal que los reos utilizan, espontáneamente, como dinero).
Mientras el inconveniente de no usarlo (recurrir al trueque y esperar a que espontáneamente alguna mercancía se convierta en dinero), sea mayor que el inconveniente de seguir usándolo (la pérdida de su poder adquisitivo efecto de la inflación), seguiremos usando el dinero producido por el Banco de México, no por obligación (se trata de dinero de curso legal), sino por conveniencia. La definición de dinero como cualquier cosa que aceptemos como medio de intercambio se mantiene.

