La gira de la Presidenta Sheinbaum este fin de semana en Guerrero confirmó lo que ya se había puesto de manifiesto desde el propio inicio de esta administración, la decisión de reconstruir el puerto y atender las vastas zonas del estado azotadas por una pobreza, una desigualdad y una violencia ancestrales, pero que han aumentado en los últimos diez años.
No debemos olvidar lo que ha vivido Acapulco en los pasados dos años: dos huracanes consecutivos con daños estructurales y sociales enormes. Ninguna otra ciudad del país ha sufrido en tan poco tiempo tamaña destrucción. Pero, además, Acapulco vive del turismo y, sobre todo, del turismo familiar: el 80 por ciento del flujo turístico que llega al puerto es a viviendas familiares, casas, departamentos, mucho más que a hoteles. Cuando algunos huracanes pegaron con dureza en Cancún, por ejemplo, los daños fueron enormes, pero eran en hoteles: las empresas hoteleras, con apoyos, seguros y recursos, rápidamente pudieron reparar estructuras y poner a Cancún otra vez en servicio.
En Acapulco no era así. La mayor cantidad de propietarios de los departamentos no vivían allí, muchas son segunda vivienda y no había recursos para reconstruirlas. Por otra parte, toda la zona habitacional ha crecido en forma tan indiscriminada como falta de planificación. Los daños fueron enormes. La inseguridad se puso de manifiesto con los saqueos que se produjeron después de Otis, la infraestructura básica quedó devastada, desde los muelles hasta el sistema de agua y drenaje. Si Otis dejó inundadas las viviendas, el huracán John las dejó llenas de barro. En uno fueron los vientos y las aguas; en el otro, las lluvias.

¿Y si en la propia 4T frenan la electoral?
Era todo un desafío, pero si no se asumía esa reconstrucción, un millón de habitantes que vivían, literalmente, del turismo familiar y sus servicios, se quedarían sin trabajo y sus propiedades en las zonas populares no se podrían tampoco reconstruir. Era un círculo vicioso que solamente puede transformarse en virtuoso con una visión de largo plazo. Y la verdad es que el avance que se ha registrado en Acapulco y otras zonas del estado es notable.
En la gira del fin de semana fue evidente la cercanía que la mandataria mantiene con la gobernadora Evelyn Salgado.
En estos meses se ha garantizado la seguridad, por lo menos en las zonas turísticas más transitadas. La presencia de las fuerzas de seguridad, sobre todo de la Guardia Nacional, es muy amplia. La limpieza en todas esas zonas se ha garantizado y la reconstrucción comienza a verse también en departamentos, casas y condominios turísticos.
UNIDAS POR GUERRERO

Lo más importante es que se está tratando de reconstruir el puerto y las zonas urbanas desde otras bases. Parte importante de la crisis que vive Acapulco, su depauperación, se debe a que creció sin ninguna planificación urbana y a pocos metros de zonas turísticas crecen viviendas sin planificación ni servicios, apiñadas en cerros que se desgajan en cada tormenta. La idea que se debe terminar de instrumentar en esta administración es darle otra configuración urbana a toda la zona, donde el Gobierno federal y el estatal han tomado el control de ese proceso.
No creo que haya estados más complicados de gobernar que Guerrero, por la pobreza, por la violencia, por la falta de infraestructura, por la entronización de grupos criminales y armados. La Presidenta Sheinbaum y la gobernadora Evelyn Salgado estuvieron, además de, en Acapulco, en una de las zonas más castigadas del estado, Tlapa, donde muchos de esos fenómenos negativos se suman. Inauguraron un hospital y otras obras, pero también allí, como se está haciendo en el puerto, se debe hacer una reconstrucción casi completa en condiciones mucho más complejas.
Después de mucho tiempo, de muchas desgracias, de antiguos gobiernos locales intransitables (y algunos de ellos relacionados con el crimen), comienzan a verse luces en el puerto y otras zonas que permiten vislumbrar un mejor futuro para el estado.
Ojalá así sea, porque vienen tiempos electorales y en pocos estados son más complicados que Guerrero.
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Conocí a Evelyn Salgado días después del huracán Otis, en plena tragedia. En 2021, cuando asumió la candidatura a la gubernatura en sustitución de su padre, Félix Salgado Macedonio, recibió un trato que en ocasiones llegó a rayar en la misoginia.
Pero aquel día me causó muy buena impresión. Tenía, en medio del caos, confianza en que lograría levantar el puerto. Poco después le tocó un segundo huracán, John, y muchos pensaron que sería superada por las circunstancias.
Pero después de Otis y John hubo un parteaguas en el trato y en la relación de la gobernadora con el propio poder federal, mucho más desde la llegada de la Presidenta Sheinbaum a Palacio Nacional.
Hoy Acapulco ha logrado levantarse (falta y faltará mucho para que esté en su mejor nivel) con la capacidad de coordinación del gobierno estatal con el federal y el sector empresarial.
La diferencia es que, a dos años de Otis, Evelyn ya tiene una personalidad propia y liderazgo social. No es poco.

