LAS BATALLAS

Un joven llamado Charlie Kirk

Francisco Reséndiz. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Francisco Reséndiz. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Charlie Kirk era un chico que convencía cuando hablaba. Al entrar en diálogo podías no estar de acuerdo e indignarte con lo que decía, pero era muy sólido al argumentar sobre la familia, el libre mercado y la cultura y en su combate al movimiento woke, al socialismo, a los grupos LGBTQ+, al feminismo radical y al aborto… tenía 31 años y ayer lo mataron.

Intelectual, conservador, intransigente, confrontador y provocador, Kirk era el activista juvenil más importante del presidente Donald Trump. Con el apoyo de grupos conservadores, de evangélicos y cristianos que había conquistado por su activismo mediático escaló y ganó la simpatía del Partido Republicano.

Se había enfrascado en dar una dura “batalla cultural” contra sectores de izquierda y progresistas quienes a su vez lo veían como un enemigo racista e ignorante, que había polarizado a la sociedad estadounidense con posiciones conservadoras recalcitrantes amparado, siempre, en la libertad de expresión.

Pero para la ultraderecha americana y mexicana era un “rockstar”. Absurdamente polémico, Kirk entendió muy rápido para qué sirven los medios y las redes sociales y a partir de sus análisis en Fox News y de sus espacios digitales logró convertirse en el mayor megáfono que tenía el ala más dura de la derecha de los Estados Unidos.

En 2012, cuando apenas tenía 18 años fue uno de los fundadores de un think tank que evolucionó para convertirse en Turning Point USA, un grupo calificado por sus críticos como “agitador” y “racista” pero que encontró en las preparatorias y universidades de la unión americana campo fértil para un fuerte activismo a favor de la vida conservadora.

Era una estrella en ascenso del trumpismo agrupado en el movimiento “Make America Great Again”. Para 2016 logró la simpatía de la familia Trump y se convirtió en el asistente personal de Donald Trump Jr. durante la campaña presidencial en la que resultó electo Trump por primera vez; cuatro años después ya era una figura relevante del Partido Republicano.

Em 2024, el Turning Point USA que fundó sirvió de plataforma para promover candidatos alineados con el presidente Donald Trump, al propio candidato Trump, y para reforzar la narrativa trumpista en temas como migración, libertad de expresión y “defensa de valores tradicionales”, insistió una y mil veces en dar esa “batalla cultural” contra los progresistas.

Al lado de Ben Shapiro y Candace Owens, diversos sectores del Partido Republicano veían a este joven, nacido en Chicago -una ciudad santuario a favor de los migrantes y de la diversidad sexual-, como uno de los tres pilares del conservadurismo juvenil moderno de Estados Unidos.

Si bien tenía más de 8 millones de seguidores en Instagram había logrado forjar una sólida base social de jóvenes, de carne y hueso, para dar esa “batalla cultural” mediática contra los progresistas. Así que su fuerza no era menor, los grupos ultraderechistas lo veían con buenos ojos y lo financiaban.

Y sí, era considerado el principal activista juvenil trumpista y conforme creció y se fortaleció recibió el apoyo de grupos cristianos-evangélicos para endurecer su lucha principalmente contra las políticas de género y a favor de la familia tradicional. Tan alto era su vuelo que fue el primer orador en la inauguración del gobierno de Donald Trump.

El asesinato de Charlie Kirk nos debe llevar a reflexionar sobre el extremismo de acciones y pensamientos.

No tenía miedo en decir lo que pensaba e ir al debate con quienes pensaban diferente, podía ganar o perder, pero jamás rehuía al diálogo. Nunca renunció a sus creencias y defendió sus pensamientos. Ayer lo mataron en Utah, en un campus universitario, en un lugar donde dio sus mayores batallas. La estrella en ascenso se apagó.

RADAR

El extremismo mata… con palabras y balas.

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