BAJO SOSPECHA

“Reforestar es una necesidad urgente, no un acto simbólico”

Bibiana Belsasso. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bibiana Belsasso. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El cambio climático ya no es una amenaza lejana: es una realidad que se vive todos los días. Huracanes más intensos, tormentas inusuales, deslaves que arrasan poblaciones enteras, sequías prolongadas y olas de calor que han cobrado miles de vidas en los últimos años. Estos fenómenos no ocurren por azar. Están íntimamente ligados a la deforestación y con la pérdida de bosques, que han dejado al planeta sin sus principales defensas naturales.

La tala de árboles avanza sin freno y ya lo estamos pagando. Cada árbol que se tira es menos oxígeno para nosotros, menos aire limpio y más calor.

Hoy tenemos climas cada día más extremos: olas de calor, lluvias torrenciales, incendios que arrasan miles de hectáreas y sequías que dejan a comunidades enteras sin agua. Y lo peor es que, al perder árboles, no sólo sube la temperatura; también se afecta el suelo, se reduce la comida que podemos producir y el aire se vuelve más contaminado.

Esta semana platicamos con María José Bernal, integrante de la fundación ReforestACCIÓN, sobre el cambio climático, cómo afecta la deforestación y cómo podemos mitigar los efectos gravísimos que estamos teniendo como consecuencia de la tala masiva de árboles en el planeta.

“Cada árbol que se tala es un aire acondicionado natural menos para la Tierra”, explica Bernal. Los bosques cumplen funciones vitales: regulan el clima, capturan carbono, producen oxígeno, filtran y retienen el agua. Su desaparición, advierte, convierte la tierra en una plancha ardiente y acelera el calentamiento global. México, por su ubicación geográfica y tipo de suelos, es uno de los países más vulnerables: mientras el planeta se calienta a un ritmo alarmante, nuestro país lo hace al doble de velocidad.

La pérdida de árboles también amenaza algo tan esencial como el aire. Se calcula que un árbol adulto puede producir el oxígeno que consumen entre dos y cuatro personas al día. Al talar masivamente, se reduce la “fábrica natural” de oxígeno del planeta.

Y es que los árboles funcionan como filtros naturales: retienen polvo, hollín, metales pesados y otras partículas suspendidas en el aire y, sobre todo, regulan la temperatura y humedad.

La tala de árboles disminuye la producción de oxígeno, aumenta los contaminantes en el aire y rompe el equilibrio climático. Por eso se dice que “los bosques son los pulmones del planeta”.

“Imagina un planeta que se calienta y al mismo tiempo se queda sin aire. Ésa es la magnitud del riesgo al que nos enfrentamos”, enfatiza.

Ante este panorama, la fundación ReforestACCIÓN surgió en 2020 gracias a la visión de Eduardo Robles Gil, preocupado por la devastación de los bosques en la zona monarca de Michoacán. Lo que comenzó como un esfuerzo local con ejidatarios se transformó en un modelo profesional e integral de recuperación forestal.

María José Bernal, integrante de la fundación ReforestACCIÓN, en imagen de archivo.
María José Bernal, integrante de la fundación ReforestACCIÓN, en imagen de archivo. ı Foto: Especial
ReforestACCIÓN
ReforestACCIÓN ı Foto: Especial

El llamado proceso 360 de la fundación tiene cinco pilares:

1. Reforestación inteligente: Cada árbol sembrado está adaptado al ecosistema y cumple una función específica. No es lo mismo plantar en una montaña, donde se requieren especies que eviten derrumbes, que, en zonas áridas, donde lo urgente es retener agua.

2. Conservación: No basta con sembrar, hay que proteger lo que aún está en pie. Mantener un bosque vivo es evitar que el suelo se convierta en tierra estéril y caliente.

3. Viveros de calidad: Descritos como “fábricas silenciosas del futuro”, producen especies endémicas que garantizan la supervivencia y fortaleza de los árboles plantados.

4. Agua: Los suelos con árboles filtran, guardan y distribuyen el agua; sin ellos, el líquido se pierde en minutos. En un país que vive entre sequías y tormentas, esta función es clave para la resiliencia de comunidades enteras.

5. Comunidad: El cambio climático también es un problema social. Golpea con más fuerza a los más vulnerables, encarece la comida y destruye los medios de vida. Por eso, ReforestACCIÓN trabaja de la mano con ejidatarios y familias campesinas, capacitándolos para que sean protagonistas del proceso y no simples beneficiarios.

El trabajo va más allá de plantar árboles: se restauran suelos degradados por incendios, erosión o sequías. Agrónomos especializados analizan nutrientes, identifican qué sustratos añadir y diseñan estrategias de recuperación. En paralelo, se promueven sistemas agroforestales que combinan árboles con cultivos o especies útiles, como nopales y magueyes, para bioinsumos o árboles frutales que ofrecen un ingreso adicional. Así, la reforestación se convierte en una actividad sustentable y económicamente viable.

Los logros de la fundación son palpables: viveros en Michoacán, el Bajío, Veracruz y el Estado de México; más de 20 hectáreas en sistemas agroforestales, y una meta ambiciosa de producir trescientos setenta y ocho mil árboles en viveros sólo en 2025. Todo con un enfoque de profesionalización y acompañamiento técnico que garantiza resultados duraderos.

Pero quizás lo más importante es el impacto humano. En comunidades donde el crimen organizado también ha visto en la tala ilegal un negocio, ReforestACCIÓN construye confianza. Se acerca poco a poco, escucha a los ejidatarios, respeta sus decisiones y abre espacios de colaboración. En muchos casos, son ellos mismos quienes marcan hasta dónde se puede trabajar.

“Lo que queremos es que nuestro modelo 360 se replique. Que más personas, empresas, escuelas o comunidades lo adopten y lo hagan suyo. Entre más manos trabajen, más rápido podremos revertir la deforestación”, explica Bernal.

La fundación también impulsa voluntariados corporativos, programas educativos y donaciones ciudadanas. Incluso desarrollan campañas innovadoras como Regala un árbol, en la que con una pequeña aportación se puede obsequiar vida y futuro.

El mensaje final de Bernal es claro: “Reforestar no es un acto simbólico, es una necesidad urgente. Plantar y cuidar árboles es asegurar oxígeno, agua, alimentos y un clima habitable para todos. Si no actuamos ahora, el costo será incalculable”.

 Hoy el costo de seguir talando indiscriminadamente los bosques es altísimo; no sólo en términos ambientales, el cambio climático también puede provocar desde una crisis alimentaria hasta enfermedades respiratorias por la contaminación del aire que respiramos.

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