ENTRE COLEGAS

Saldos del primer año

Horacio Vives Segl. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Horacio Vives Segl. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Se cumple el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum. Veamos un balance de su gestión.

Como aspecto positivo se señala su alta aprobación en encuestas, probablemente debido al mantenimiento de la estabilidad económica, a la permanente postergación de la imposición de elevados aranceles por parte de la administración Trump y a la continuación de la vocación de gasto en programas sociales, entre otros aspectos.

Lo cierto es que se mantiene la tendencia de que los presidentes mexicanos alcanzan pronto y suelen mantener altos niveles de aprobación. Así fue desde Zedillo, pasando por Fox y Calderón —con la notoria excepción de Peña hacia el fin de su gestión— y, por supuesto, López Obrador. Ciertamente, la de Sheinbaum es algo superior a la de sus predecesores a estas alturas del sexenio.

Para sorpresa de nadie, el actual Gobierno sostiene una significativa continuidad con el anterior, con el discurso de presentarse como el “segundo piso” de lo que llaman “transformación”. Pero hay un cambio muy importante en materia de seguridad. De manera venturosa, se abandonó el discurso de “abrazos y no balazos” que tan nocivo fue para el país, aunque en la nueva política de seguridad encontramos luces y sombras: hay una ligera tendencia a la baja de la —aún muy escandalosa— cifra de homicidios, y decenas de criminales fueron entregados a Estados Unidos para ser procesados allá; pero en todo el año se mantuvo el virtual estado de guerra que asola a Sinaloa por la pugna encarnizada entre organizaciones criminales, además de los hallazgos del rancho Izaguirre en Jalisco y otras muestras del horror que sigue marcando la cotidianeidad en diversas zonas del país.

En el ámbito internacional hay continuidad con el obradorato: se mantiene un bajo perfil y un uso diferenciado de los principios de política exterior. Muy pocas salidas de la Presidenta en el año: G-20 de Brasil, G-7 en Canadá, Celac en Honduras y visita oficial a Guatemala. Con algunos países de Latinoamérica (Ecuador y Perú) se mantienen o profundizan las diferencias heredadas. Por lo que se refiere a la relación bilateral más importante, en descargo del Gobierno mexicano, es de una extraordinaria dificultad tratar con Donald Trump, un personaje irascible, complejo y altamente impredecible. A un año de gobierno, sigue sin reunirse con Trump.

La opinión pública parece tener una percepción algo sofisticada, ya que a la vez que le otorga altos niveles de aprobación a la Presidenta, no ocurre lo mismo respecto a algunas áreas de su gobierno, como lo son seguridad y, notoriamente, corrupción. El último Índice de Percepción de la Corrupción presentado por Transparencia Internacional y Transparencia Mexicana, correspondiente a 2024, evidencia la percepción de que el país es más corrupto con respecto a la medición anterior, de 2022.

Comparativamente, México se colocó en el lugar 140 del mundo, una caída significativa con respecto al lugar 126 de 2022. Con otros parámetros de comparación, México ocupó el lugar 18 entre las 20 economías más desarrolladas y el 38 —el último— entre los países de la OCDE. Y eso que dicha percepción no consigna todavía los recientes escándalos a la vista del público, especialmente los de la élite política tabasqueña y los casos de huachicol.

Sin duda será un tema central de cara a la próxima revisión del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, específicamente en su capítulo 27, correspondiente al combate a la corrupción.

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