Claudia Sheinbaum cumplió un año encabezando el Gobierno de México y este domingo 5 de octubre, en un nutrido acto público, destacará los logros de este primer ciclo. Pero desde el predecible discurso triunfalista, se asomará inevitablemente una deuda cuyo discreto lamento ha sido estratégicamente silenciado.
La cultura y las artes una vez más no tendrán lugar de honor en el auditorio de la Cuarta Transformación y queda claro en pesos y centavos:
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2026 contempla un recorte del 13 por ciento al gasto destinado a Cultura. El Ramo 48, tendría casi dos mil millones de pesos menos para el arte y el patrimonio cultural de México.

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¿Cómo explicamos eso en un país que siempre presumió ser la potencia cultural de América Latina?, pues México solía ser uno de los mayores productores de teatro, danza, música y artes visuales en la región.
Hoy, instituciones como el Instituto Nacional de Antropología e Historia perderán alrededor de mil 288 millones de pesos, mientras que el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura sufrirá una reducción de 943 millones de pesos.
Se nos pide mirar hacia adelante con optimismo desde el discurso presidencial, mientras el Estado retira recursos a uno de los poquísimos rubros que realmente puede ayudar a sanar heridas colectivas, como la delincuencia.
En un país atravesado por la violencia, la incertidumbre y la frustración cotidiana, el arte y la cultura son el oxígeno y la ventana por donde mirar hacia otras realidades. Desafortunadamente el Estado elige otras ventanas.
Esta semana tuve el privilegio de presentar, junto con la crítica e investigadora teatral Emilia Aguilar Zinser, el catálogo de la Asociación Vestuario a Escena MX, que expone el trabajo de los 19 vestuaristas escénicos más notables de México.

Una noche reveladora, que dejó claro cómo este gremio, en un gran esfuerzo independiente, logró organizarse para representarse, reconocerse y proveerse de mejores condiciones de trabajo, ante el desolador abandono del Gobierno a la cultura.
Una manifestación de dignidad y resistencia artística excepcional, de inconformidad y autogestión. Un reto a la ignorancia y a la mirada corta y corrompida, de quienes ya con el voto en la bolsa, traicionan al más sutil de sus aliados. La misma historia de siempre…
Vestuario a Escena MX fue fundada en 2019 y hoy está encabezada por la diseñadora Estela Fagoaga, quien junto a sus colegas lucha por dignificar cada día el trabajo del vestuario escénico, con toda su exigencia y retos.
El catálogo que se lanzó en edición limitada de 500 ejemplares y con recursos independientes, ya es un material de consulta académico imprescindible, para quienes quieren entender la historia contemporánea del vestuario teatral y operístico en México.
Es narrativa, identidad e historia, que en cada tela y textura están meses de investigación, imaginación, disciplina y un rigor artístico que lucha sin claudicar, contra la precariedad de un oficio que pocas veces recibe el reconocimiento que merece.
Según la Cuenta Satélite de la Cultura de México del Inegi, en 2023 el sector cultural aportó 820 mil 963 millones de pesos al PIB nacional, lo que representó 2.7 por ciento del total.
Ese mismo año las actividades culturales generaron 1 millón 439 mil 671 puestos de trabajo, que equivalen al 3.5 por ciento del empleo total del país, y eso no es poca cosa.
Cuando la nación retira recursos a la cultura y al arte, el impacto además de económico, es simbólico, al evidenciar que se elige renunciar a una de las formas más poderosas de construir ciudadanía.
En estos tiempos nuestros tan violentos, donde se destinan recursos de todo tipo a tapar los agujeros negros de la corrupción y delincuencia organizada, que como ha quedado demostrado, tan fácilmente se organiza también desde el poder…
¿Por qué no desviar un poco más, con tantita dignidad, a la cultura también?
Si en distintas expresiones y experiencias, el arte ha demostrado tantas veces su capacidad para reconstruir el tejido social y fortalecer el sentido de comunidad en sociedades tan heridas por la violencia, como la nuestra.
El arte y la cultura en México no son una frivolidad, como algunos insisten en etiquetar, es una necesidad que exige ser cubierta, con el rigor y el orgullo que merece tanto talento mexicano.

