Martha Hoffman tiene 83 años, es viuda y tiene dos hijas convencidas de que padece demencia y que su condición la vuelve vulnerable al abuso de sus amigos más cercanos, todos miembros de una comunidad artística. Las hijas la internan durante 27 noches en un hospital psiquiátrico en contra de su voluntad, dejándola incomunicada.
Leandro Casares es asignado como perito del caso, para determinar, si, efectivamente Martha padece una demencia frontotemporal, debido a sus “conductas inapropiadas”. Casares y Hoffman se vuelven amigos y el perito descubre que la vitalidad no tiene nada que ver con la edad cronológica.
27 noches (Daniel Hendler, 2025) está basada en un caso real y es un buen pretexto para plantear el problema de la vejez y de lo que se considera normal socialmente. Digo problema, porque hay una idea dominante de cómo debería comportarse un adulto mayor. Martha debería ser una anciana respetable y tranquila y no una mujer que sigue organizando fiestas, manifestando deseos sexuales y que se resiste a ser tratada como una niña sin juicio ni voluntad.
La vejez puede pensarse como ese momento en el que hay que enfrentar el deterioro del cuerpo pero no tendría que significar una renuncia a la vida y sus placeres, como cada persona los entienda.
El envejecimiento activa los mecanismos del duelo, no sólo por las pérdidas concretas, sino por la renuncia a la omnipotencia. El viejo sabe que ya no puede todo lo que quiere.
Para Martha, su libertad y su autonomía son todo lo que tiene en la vida. El conflicto se centra en la imposición de las hijas, que quieren hacerse cargo del dinero y de organizarle la vida. La relación de la madre con las hijas no ha estado exenta de hostilidad y es difícil no pensar que más que en el bienestar de la madre, piensan sobre todo en su herencia. Las hijas quieren funcionar ahora como administradoras de la madre, porque toma malas decisiones. Tal vez es preferible pensar que Martha está demenciada que aceptar sencillamente que a pesar de su avanzada edad, la madre es excéntrica, libre y aborda el sexo sin inhibiciones.
La etiqueta de anciano puede hacer desaparecer a una persona con todas sus dimensiones y complejidades. El deseo de Martha no envejece. Lo que envejece es la forma en que el mundo lo tolera. La película lanza justamente esta pregunta: ¿por qué pensamos que el deseo tiene fecha de caducidad? hay algo subversivo en mostrar a los adultos mayores como seres deseantes y contradictorios y nos confronta con la vejez como parte de la vida, no como su negación.
27 noches habla de lo que tememos ser cuando el cuerpo se vuelva más lento y el mundo empiece a tratarnos como si ya hubiéramos vivido suficiente. Para Martha la vejez no es el final. Quiere seguir decidiendo, sintiendo, siendo vista y tomada en cuenta. No quiere ser lo que sus hijas esperan: una vieja tranquila, agradecida y dependiente. Necesita que la miren con paciencia, no con condescendencia. Tal vez la verdadera autonomía no consista en poder hacerlo todo sin ayuda, sino en conservar el derecho a decidir cómo queremos envejecer.
El deseo no envejeceEl deseo no envejece
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