BAJO SOSPECHA

Murió denunciando campos de exterminio

Bibiana Belsasso. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Era abril del 2009 y me tocó ir a Morelia, Michoacán, para hacer un reportaje de la detención de Rafael Cedeño, alias El Cede, y uno de los líderes y fundadores de La Familia Michoacana.

Había sido detenido junto con otras 44 personas que se encontraban en un bautizo.

El Cede era el segundo de a bordo de Nazario Moreno, El Chayo. Nazario fue uno de los fundadores y líderes de La Familia Michoacana y posteriormente del cártel de Los Caballeros Templarios; murió al poco tiempo. Tras su muerte y la detención de varios líderes criminales en Michoacán, se logró restablecer la seguridad unos años; fue el principio de lo que hoy llaman “la guerra de Calderón”.

Estos dos grupos afectaron terriblemente a la sociedad y los jóvenes más necesitados de la entidad.

Mientras hacíamos esta historia para Todo Personal, descubrimos la forma en que eran adoctrinados cientos de jóvenes mensualmente para poderlos introducir a ese grupo delictivo.

Buscaban personas que tuvieran alguna carencia o problema personal, en su mayoría, jóvenes que habían sido adictos. Estos jóvenes que pensaban estar entrando a una clínica para curarse de su adicción, estaban realmente ingresando a la escuela de adoctrinamiento para pertenecer al crimen organizado. Una vez que llegaban a ese lugar, recibían una plática inicial, donde les exponían que ellos, para sanar su alma, tenían que defender a los miembros de La Familia Michoacana. 

Algunos servirían de halcones, manejando taxis, trabajando en gasolineras, en las casetas de cobro de las carreteras, cerca del aeropuerto. Esto para informar a sus superiores quién ingresaba y salía de la ciudad. Otros aprendían a utilizar armas y se convertían en sicarios.

Tenían un manual para aprender a creer en La Familia, una especie de biblia que fue escrita en su mayor parte por El Chayo. Así, se tendría control absoluto de los miembros que se enrolaban en la organización criminal. 

Pero, además, si el discurso religioso fallaba, una vez que eran parte de esta secta tenían una reunión en la cual les decían que, como los jefes de La Familia habían pagado por su transporte y alimentación, y que además habían confiado en ellos, ya no podían renunciar. Y para dejar bien claro el tema, en ese momento uno de los líderes sacaba una pistola y mataba a uno o dos. De ahí les informaban a los nuevos miembros que el que se saliera de la organización correría con esa misma suerte.

Años después, Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado, denunció nuevos campos de adoctrinamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), muy parecidos al campo de exterminio encontrado en el rancho Izaguirre, en Jalisco.

Durante años se pudo recuperar la seguridad en Michoacán. Por ejemplo, en los años que gobernaba Lázaro Cárdenas Batel, hoy jefe de asesores de la Presidenta Sheinbaum, pidió el apoyo al Gobierno federal del entonces presidente Calderón, hace ya más de 15 años.

SILENCIADO

El alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue ultimado el fin de semana pasado. ı Foto: Cuartoscuro

Lázaro Cárdenas Batel ha sido el último gobernador, desde su administración a la actual, que no ha sido señalado de proteger o tener vínculos con el crimen organizado.

Tras años muy complicados, se logró restablecer parcialmente la paz en Michoacán. 

Pasaron los años, empezó el sexenio de Enrique Peña Nieto y, si bien es cierto que se cometieron muchos errores en la seguridad de Michoacán, sobre todo por la estrategia de darles armas a las autodefensas, se armó en ese entonces un operativo en Michoacán.

Alfredo Castillo, quien era el comisionado para la seguridad en Michoacán, decía que habían disminuido los delitos en un 50 por ciento en ese estado. Esa cifra duró muy poco; llegó entonces la llamada Cuarta Transformación, con el presidente López Obrador y su estrategia de “abrazos y no balazos”; el crimen organizado creció y la cifra de asesinatos duplicó la del sexenio de Calderón.

De 2018 a la fecha se fortalecieron los grupos criminales y surgió La Nueva Familia Michoacana y otros grupos que son parte del CJNG.

Y es nuevamente a los jóvenes de Michoacán a quienes estos grupos criminales buscan cooptar. 

Semanas antes de su asesinato, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, denunció públicamente la existencia de centros de adoctrinamiento y adiestramiento del CJNG en la región de la Meseta Purépecha. 

Sí, centros como el rancho Izaguirre hallado en Jalisco.

El alcalde decía que se trataba de campamentos donde jóvenes eran reclutados y entrenados por sicarios y exmilitares con experiencia en combate.

“Encontramos campos donde hay hombres llevando a cabo ejercicios tácticos, con armas de grueso calibre y presencia de extranjeros, colombianos y venezolanos que imparten entrenamiento militar”, declaró Manzo en junio de 2025, tras un operativo encabezado por la Policía Municipal de Uruapan.

El edil informó que el hallazgo se produjo luego de una denuncia ciudadana por presunto secuestro; al ingresar al predio, las autoridades localizaron rifles de asalto, cartuchos, uniformes camuflados y equipo de radiocomunicación.

Las investigaciones apuntan a que los campamentos servían como centros de adoctrinamiento y disciplina criminal. Los jóvenes reclutados, algunos menores de edad, eran instruidos durante semanas en combate rural, manejo de fusiles y tácticas de emboscada, además de recibir “charlas” para consolidar lealtad al grupo.

Manzo afirmó que en Uruapan el CJNG operaba bajo una lógica casi paramilitar: cada célula contaba con un mando, logística, vehículos blindados y armamento de guerra.

“Son grupos armados con material militar y con capacidad de despliegue, no simples delincuentes”, advirtió el alcalde, pidiendo apoyo directo de la Secretaría de la Defensa Nacional.

El hallazgo fue desmentido inicialmente por el gobierno estatal; esto debería encender las alarmas. ¿Por qué el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla negaría esta información documentada en fotografías y videos filtrados a medios locales que mostraban estructuras improvisadas, trincheras y zonas de tiro en parajes montañosos de la comunidad de Tiamba?

Poco después, el alcalde Carlos Manzo Rodríguez encabezó uno de los golpes más importantes al crimen organizado en la zona: la captura del líder regional del Cártel Jalisco, presunto responsable de coordinar la violencia en Uruapan y municipios vecinos.

El operativo fue realizado por la Policía Municipal de Uruapan, en coordinación con la Guardia Civil estatal, luego de labores de inteligencia que duraron varias semanas.

El sospechoso, conocido como El Tigre, fue interceptado mientras se desplazaba en una camioneta con escoltas armados en una zona rural cercana a la comunidad de Toreo El Alto.

Tras las denuncias de los centros de adoctrinamiento y esta detención, Manzo recibió amenazas directas, amenazas que se cumplieron.

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El alcalde Carlos Manzo les pedía a las madres de familia que, si sus hijos estaban involucrados con el crimen organizado, los denunciaran, que era preferible irlos a ver un tiempo a la cárcel y que estuvieran a salvo, que al panteón, al referirse a que, en ese mundo, pocos chavos sobreviven. Ahora, ese discurso lo ha retomado su viuda y nueva alcaldesa de Uruapan, Grecia Quiroz. 

Y sí, el crimen organizado está en búsqueda de jóvenes para poderlos adoctrinar y que se unan a las filas de los criminales.

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