BAJO SOSPECHA

Cuando los jóvenes toman las calles

Bibiana Belsasso. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bibiana Belsasso. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El pasado sábado, miles de personas salieron a las calles de todo México para exigir seguridad y paz, en un país donde hay miles de asesinatos al año, en una marcha pacífica que buscaba llegar al Zócalo capitalino.

La indignación por la muerte de Carlos Manzo fue una de las principales motivaciones para que los ciudadanos tomaran las calles y si bien su viuda, Grecia Quiroz, declaró que la convocatoria no la estaban haciendo los del Movimiento del Sombrero, sí estuvo en la manifestación la abuela de Carlos Manzo.

Desde días antes de la marcha, desde Palacio Nacional y a través de las redes sociales afines al Gobierno, se trató de desacreditar el movimiento, incluso se mostraron nombres y caras de jóvenes organizadores, quienes ya presentaron una demanda ante la Fiscalía porque, tras ser expuestos, han recibido amenazas de muerte.

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Se dijo que no eran jóvenes los organizadores, sino la oposición. Lo cierto es que muchas de las nuevas generaciones no se conforman con vivir de apoyos sociales y sí están preocupados por su futuro y las oportunidades laborales y de seguridad que les pueda brindar el país en donde viven.

La Generación Z es la que está integrada por jóvenes que han nacido entre 1997 y el 2012.

¿Quiénes son y cómo piensan estos jóvenes de la Generación Z?

Según varios estudios de sociólogos dicen que los de esta generación se caracterizan por ser nativos digitales: desde su infancia, han estado expuestos y familiarizados con Internet, tecnologías digitales, redes sociales y dispositivos móviles.

Dominan el uso de la tecnología y acceden fácilmente a información desde edades muy tempranas, por lo que tienen una capacidad notable para adaptarse y aprender nuevas tecnologías. Son jóvenes flexibles en su percepción de cuestiones de género y estructuras familiares, muestran independencia, son multitarea, pero con un tiempo de atención breve debido a la sobreexposición digital.

Se dijo en la conferencia matutina que la convocatoria a la marcha venía del extranjero, de la ultraderecha, pero lo cierto es que estos jóvenes, muchos de ellos, utilizan VPN en sus celulares, precisamente para que no los puedan rastrear; por eso no salen las ubicaciones en las cuentas que el Gobierno investigó.

Las grandes protestas que han desestabilizado a los Gobiernos en México, en su mayoría han iniciado con los jóvenes.

El más emblemático es el de 1968, cuando estudiantes de la UNAM, el IPN y otras escuelas salieron a exigir libertades democráticas, fin de la represión policiaca y apertura política. El movimiento terminó en una tragedia con la represión del 2 de octubre, pero abrió un parteaguas en la lucha por los derechos civiles y la autonomía universitaria.

NUEVO ENFRENTAMIENTO

Manifestación de la Generación Z realizada el sábado  en el Zócalo de la CDMX.
Manifestación de la Generación Z realizada el sábado en el Zócalo de la CDMX. ı Foto: Jorge Butrón ›La Razón

Se dio poco antes de las Olimpiadas en México, y la historia puede repetirse, estamos a pocos meses de ser anfitriones para el próximo Mundial de Futbol.

En otro momento de crisis gubernamental, en 1986 surgió el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario, el CEU, que terminó convirtiéndose en uno de los mayores desafíos políticos para el Gobierno de Miguel de la Madrid.

Empezó en la UNAM y rápidamente adquirió una dimensión nacional porque coincidió con un país con crisis económica, inflación y una profunda pérdida de credibilidad del régimen priista.

El CEU desestabilizó al Gobierno por varias razones, y es que reunió a una generación de jóvenes críticos en un momento en que el país cuestionaba, por primera vez en décadas, la legitimidad del poder y se rompió el control político tradicional que el PRI mantenía sobre la UNAM.

Mientras el discurso oficial hablaba de estabilidad y modernización, el movimiento estudiantil mostraba otra realidad: jóvenes preparados, articulados y respaldados por amplios sectores sociales que exigían apertura democrática.

Algo similar a lo que estamos viviendo en estos momentos en México, donde están desapareciendo prácticamente todos los contrapesos al Gobierno.

Otro momento estudiantil fue la huelga de la UNAM de 1999 al 2000. Aquella huelga no tuvo la dimensión política del 68, pero ejerció tensión en las autoridades gubernamentales.

Los jóvenes de la Generación Z poseen un fuerte compromiso social y ambiental, y suelen participar activamente en causas como el cambio climático, la igualdad racial y de género y la justicia; todo lo contrario de lo que se dice que son.

Pero, además, estos jóvenes tienen incertidumbre sobre el futuro laboral, porque enfrentan mercados inestables, deben adaptarse a empleos flexibles, prefieren vivir experiencias inmediatas y tienen altas expectativas como consumidores, demandan autenticidad y responsabilidad en las marcas y los gobiernos.

Es una generación que rechaza la manipulación, la injusticia y la falta de ética. No tienen nada de ultraderechistas o fascistas.

Están preocupados por su futuro, por la falta de instituciones independientes, por la violencia y por la falta de seguridad. Y sus familias lo están también.

No se puede ocultar que el futuro de la Generación Z, de los jóvenes de entre 13 y 28 años, por la realidad que se vive hoy, tendrá una vida laboral y personal mucho más difícil que la que han tenido generaciones anteriores, y sí están conscientes de querer construir y luchar por un mejor México.

Por cierto, y haciendo énfasis en que grandes movimientos han empezado con jóvenes y estudiantes, hoy la UNAM enfrenta una de sus crisis más complejas en décadas, paradójicamente también inició por la falta de seguridad, por el asesinato de un estudiante en el CCH Sur.

Hoy por los paros que se han extendido a diversas facultades, alumnos no han podido regresar a las aulas.

En Palacio Nacional conocen perfectamente bien que los movimientos de generaciones emergentes pueden alterar el rumbo político, y por eso se ha querido cuestionar la marcha del fin de semana en la que aparecieron los bloques negros. ¿Quién los habrá convocado?

Y es que ya es recurrente, en muchas marchas, sobre todo las feministas y movimientos sociales que aparezca un grupo conocido como el “bloque negro”, integrado por personas que se cubren el rostro y visten de negro para actuar de forma anónima, que ejercen violencia excesiva, rompen ventanas, atacan comercios y lo hacen para intentar desvirtuar los sentidos de las marchas.

Cuando estalla la violencia, el efecto es casi inmediato: la marcha se desacredita y la atención de la gente deja de centrarse en las demandas y se enfoca en los destrozos.

Justo lo que se intentó el sábado pasado.

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