LA MALETA DEL CINE

Un círculo perfecto

Javier Solórzano Casarín │ *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

Abbas Kiarostami (1940-2016) es uno de los grandes cineastas de nuestra época. Un extraordinario contador de historias, poeta visual y cronista de aquellos pequeños detalles de la cotidianidad que definen nuestras vidas.

Sus películas han retratado a la humanidad a través de una visión dotada de sutileza, de sensibilidad y de un lenguaje cinematográfico sumamente lírico. Mostró sin concesiones la turbulenta experiencia de la mujer en el paisaje sociopolítico del Irán contemporáneo.

La obra de Kiarostami es un ejemplo de aquel cine que en la mera apariencia pareciera que no sucede nada, pero si uno mira y escucha de cerca, encontramos en su narrativa un sinfín de texturas, de colores, de sonidos e historias y personajes que retan a nuestras mentes y corazones.

Kiarostami es un pionero dentro del grupo de escritores y directores de cine que pusieron a Irán en el mapa universal de la cultura y de las artes. No es cosa menor que cineastas como Akira Kurosawa, Martin Scorsese, Werner Herzog, Nanni Moretti y Jean-Luc Goddard se consideren fanáticos de su filmografía.

Su cine es una oda a lo que significa el vivir y a los lazos personales que nos atan los unos a los otros. A las idiosincrasias que nos caracterizan en la certeza y en la incertidumbre de la existencia.

¿Dónde queda la casa de mi amigo? (1987) es uno de los mejores ejemplos del estilo neorealista de Kiarostami. Incomparable y conmovedor. En la mayoría de sus películas trabajó con actores no profesionales y su íntima colaboración dio frutos con un lenguaje honesto y transparente, lejano de pretensiones melodramáticas.

La trama nos sitúa en un pequeño pueblo en la región de Koker, en el noroeste de Irán. Un lugar donde cada quien lleva a cabo sus actividades cotidianas, los hombres trabajan, las mujeres atienden el hogar y los niños van a la escuela. Aquí es donde conocemos a Ahmed (Babek Ahmedpoor), un noble e introvertido niño de ocho años que se esfuerza por cumplir con sus labores tanto en la escuela como en su casa. Cuando Ahmed regresa a casa y descubre que accidentalmente se quedó con el cuaderno de su mejor amigo, Mohamed, decide buscarlo para regresárselo. Para el pequeño no sólo es un tema de amistad, sino de honor.

Ahmed, que no sabe dónde vive su amigo, recorre todo el pueblo para encontrarlo. Es en esta travesía donde conoce a diferentes personajes del pueblo —todas facetas singulares de esta diminuta expresión de vida— al igual que atestigua las diversas tradiciones y costumbres, y, en cierta medida, la dureza de la vida adulta.

¿Dónde queda la casa de mi amigo? es un sublime poema audiovisual que bosqueja un

círculo perfecto, termina donde comienza, exacto e impecable.

El viaje que emprende el pequeño Ahmed nos regala la oportunidad de conocer su mundo, tan lejos y cerca.

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