SOBRE LA MARCHA

Al final, la economía

Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Temprano en el sexenio de la primera Presidenta con A, la política se enreda. Ante las deudas heredadas —de AMLO— y las repudiadas, las del neoliberalismo prianista, el ruido social crece. La violencia acecha.

Desde Palacio Nacional se ridiculiza a una oposición derrotada moralmente. En el Congreso las mayorías morenas se embriagan. Un día sí y otro también, protagonizan escenas impropias de los postulados teóricos y propagandísticos de la 4T.

Pero igual, desde Palacio Nacional con su creciente coro de orgánicos poco intelectuales, se achaca a esa misma endeble oposición partidista, poderes fácticos solventes para apropiarse de marchas, bloqueos y protestas diversas.

No son rivales, pero sí culpables de poner a buena parte del panorama, de cabeza.

En el mundo retoñan liderazgos ultranacionalistas con tintes conservadores, autoritarios, pero atractivos para pueblos empachados por el péndulo democrático; alternancias van y vienen y al final, las penurias materiales, en salud o seguridad, continúan.

La narrativa del segundo piso de la 4T celebra siete años del nuevo régimen, pero conforme Claudia Sheinbaum se asume como segunda parte de la misma épica popular, sus márgenes para culpar a los pasados cada vez más remotos, la realpolitik revela profundas y graves omisiones del primer y caudillista tiempo de la 4T.

Si la violencia e inseguridad, si la derrota de la legalidad y el Estado de derecho persisten, no importa cuando marquemos en el calendario su génesis, si en el priismo que incubó al cardenismo y al lopezobradorismo, o en el neoliberalismo privatizador, corrupto e insensible de los tecnócratas tricolores, o en el panismo fallido, espurio y guerrero, las perspectivas de resultados tangibles y endosables a este gobierno se extinguen.

La implosión del nuevo sistema, antes revolucionario, hoy transformador, comienza a suceder.

Las disputas profundas y rudas son entre camaradas y compañeros de viaje, entre radicales, duros, dialoguistas y técnicos. Las calles, plazas, carreteras, asambleas de Morena y candidaturas por venir comienzan a ser escenarios donde se mide quién mueve más, quién es amenaza para descarrilar acuerdos y proyectos específicos del nuevo gobierno.

No nos hagamos bolas. Más que la ultraderecha internacional es la ultramoreniza nacional la que se pelea por controlar la línea de acción y comunicación política.

Medios públicos como talleres de propaganda facciosa. Lealtades inciertas. Traiciones verificables.

Y en el muladar político asoma la economía como acción de Estado posible, viable y transformadora. Más democrática y eficiente si de generar riqueza y no sólo redistribuir, los siempre insuficientes presupuestos, de la Hacienda nacional traumatizada e incapaz de reformas fiscales verdaderamente redistributivas, no sólo subsidiarias.

Pacto por la Infraestructura para el Bienestar. Participación del sector privado sobrio, profesional y alineado con intereses superiores para que los inferiores se logren.

Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá en revisión bajo la presión de un inquilino pasajero de la Casa Blanca. ¿Y si al final la luz al final del eterno túnel mexicano es la construcción de un andamiaje multifacético que le permita a México innovar, hacer más y pregonar menos?

Temas:
TE RECOMENDAMOS: