Termina el año 2025. Muestra los alcances y límites de los actores y el peso de los factores en la realidad nacional. Analizamos su relacionalidad. Buscamos su racionalidad comprensiva que explique las diversas situaciones, internas y externas, que no siempre se observan claramente.
Desde luego, la Presidenta mexicana juega un papel relevante, por ello, sus acciones y dichos son analizados sistemáticamente por analistas, medios y redes sociales, que denotan los vínculos de interés gubernamental. El soporte que las Fuerzas Armadas proporcionan al Gobierno actual es indiscutible, sus tareas tienen un peso estratégico fundamental para mantener la seguridad nacional, interior y pública. La interrelación al servicio de la nación hace de las fuerzas del orden un activo de protección y defensa, no siempre exitoso. Hay dos actores que inciden actualmente en México, la relación con Estados Unidos (EU) y el peso fáctico de la narcodelincuencia.
La intensa relación con el gobierno del presidente Trump ha sido tensa, sus políticas impactan a México; contener la migración y expulsar a la existente en EU, o aplicar aranceles que distorsionan un comercio libre y su política antinarcoterrorista ha impactado la confianza internacional del Gobierno mexicano; lo exhibe inundado de corrupción e impunidad, incapaz de gobernar territorios, señalando contubernio entre la delincuencia y algunas autoridades, promoviendo el tráfico de fentanilo y otras drogas, afectando la seguridad nacional estadounidense.

Reconocimiento al Ejército
Esta situación afecta los intercambios comerciales y golpea al Gobierno mexicano, las negociaciones del T-MEC se miran difíciles por presiones en migración, seguridad, acciones contra Venezuela, Cuba, Nicaragua y en otras partes del mundo, con la amenaza de posibles intervenciones narcopolíticas militares en territorio nacional.
La intensidad de las relaciones entre los actores nacionales se ha vuelto tóxica y crítica. Desde la muerte de Carlos Manzo y con la aparición del Movimiento del Sombrero y la inconformidad de los jóvenes de la Generación Z, manifiestos en la marcha del 15 de noviembre y, la posterior, de las mujeres, así como el bloqueo de carreteras y accesos a la Ciudad de México, de transportistas y agricultores, han afectado las tareas del Gobierno y la sociedad. Estas expresiones han tenido enfrentamientos violentos, discursos lamentables, que exponen una limitada visión de las causas, que alejan una solución idónea.
Estas manifestaciones públicas desgastan a los actores gubernamentales, muestran sus limitaciones para lograr acuerdos; lo que socava la autoridad, impacta la gobernabilidad y acumula inestabilidad y tensión social. Dan razón a ciertos actores de EU, de que el Gobierno no controla, ni gobierna situaciones territoriales frente a la delincuencia y sociopolíticas con la sociedad. La reciente salida del exfiscal Gertz Manero recoloca el tema del huachicol, con alta corrupción e impunidad gubernamentales, de tráfico de influencias, drogas y armas. Mucho por venir.
Estos actores son acicate intenso de cada factor, aumentan los riesgos y amenazas; el Gobierno tiene muchos frentes y carece de una operación estratégica que disminuya o evite el crecimiento de conflictos, los que se agudizan críticamente y propician ingobernabilidad política e inestabilidad social. Tiempos intensos, difíciles.

