La historiadora Isabel Revuelta regresa con la segunda entrega de su exitosa obra Hijas de la historia. Este nuevo volumen amplía el mapa de mujeres que han construido a México desde época prehispánica hasta el siglo XX y los albores del siglo XXI.
Son las biografías de mujeres como la enigmática Reina Roja de Palenque, pasando por Leona Vicario, Margarita Maza de Juárez y Tecuelüetzin, hasta figuras como Leonora Carrington. Isabel Revuelta rescata vidas de estas mujeres y las investiga a fondo. Su trabajo histórico y su mirada crítica nos invitan a redescubrir a las mujeres que, con decisiones valientes, también construyeron la historia del país.
Bibiana Belsasso (BB): Finalmente sale Hijas de la historia 2, un libro que, como el primero, ha emocionado y sorprendido a miles de lectores. ¿Qué significó para ti construir esta segunda parte?

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Isabel Revuelta (IR): Muchas gracias, Bibiana. Ha sido un trabajo largo y profundamente satisfactorio. El primer tomo surgió como parte de la reflexión por los 500 años de la Conquista, no para conmemorarla, sino para revisitar ese momento fundacional. Para este segundo volumen quise ampliar el arco temporal y dar espacio a mujeres presentes en periodos muy distintos, desde el mundo maya hasta los inicios del México independiente y el siglo XX. La deuda historiográfica para posicionar a las mujeres en nuestra narrativa nacional sigue siendo enorme; este libro quiere contribuir a saldarla.
BB: Abres el libro con un personaje fascinante: la Reina Roja de Palenque. ¿Por qué seleccionarla y qué nos revela su historia?
IR: La Reina Roja es un hallazgo arqueológico excepcional. Su tumba fue descubierta en 1994 por la arqueóloga Fanny López Jiménez, muy cerca del sarcófago de Pakal. Sus huesos estaban cubiertos de cinabrio y tardamos casi dos décadas en saber que pertenecían a una mujer que no compartía ADN con Pakal, lo que permitió identificarla como su esposa. Su presencia muestra que, hace más de 13 siglos, las mujeres tenían un papel político relevante en una de las ciudades más brillantes de la civilización maya. Su historia emergió literalmente desde la selva; había que recuperarla.

BB: Del mundo prehispánico pasas a la Conquista y al virreinato con figuras como Tecuelüetzin, doña Luisa Xicoténcatl. ¿Qué te llevó a retratarla?
IR: Tecuelüetzin es un puente entre dos mundos. Era hija de uno de los principales señores de Tlaxcala, pueblo de raíces mexicas, pero enfrentado al imperio. En el contexto de la Conquista, se convierte en aliada de los españoles y acompaña a Pedro de Alvarado hasta Guatemala, donde termina sus días. Su vida es trepidante y refleja la complejidad de las alianzas, la violencia y las decisiones que marcaron el nacimiento de la Nueva España. Me parecía fundamental visibilizarla porque fue protagonista, no espectadora, de ese momento histórico.
BB: Otro personaje central es Francisca Núñez de Carvajal, una mujer marcada por la diversidad cultural que formó a México. ¿Qué aporta a tu relato?
IR: Francisca representa un aspecto poco explorado de nuestra historia: la llegada de judíos encriptados “judaizantes” durante los primeros años del virreinato. España era un mosaico cultural tras la Reconquista, y esa diversidad también llegó a Nueva España. Francisca ejemplifica cómo convivían y chocaban identidades religiosas, sociales y políticas en ese primer siglo. México no se entiende sin esa multiplicidad.
BB: Llegamos a Leona Vicario, figura emblemática de la Independencia. ¿Qué la hace tan actual?
IR: Ella vive en una época de explosión intelectual marcada por la Ilustración, que cambió la relación del mundo con las ideas. En la Nueva España, estas corrientes alcanzan a hombres y mujeres que ya no se sienten parte de un virreinato, sino de algo nuevo: México. Pone su vida, su dinero y toda su voluntad al servicio de esa convicción. Es una mujer que le responde públicamente a Lucas Alamán cuando él intenta reducir sus motivaciones a un asunto sentimental. Dice con firmeza: “No luché por amor; luché por convicción”. Eso la vuelve imprescindible para entender nuestra nación independiente.
BB: Hablas de Margarita Maza de Juárez, una figura a menudo reducida a “la esposa de Benito Juárez”, pero que tuvo voz propia. ¿Cuál fue su papel?
IR: Margarita fue una mujer educada, con privilegio económico, pero eso no la alejó de las convicciones políticas. Acompañó a Benito Juárez en un siglo XIX convulso, pero no sólo como compañera: fue una agente diplomática que sostuvo la causa liberal incluso desde Estados Unidos, donde fue recibida en la Casa Blanca como figura relevante. Su vida muestra que el siglo XIX no fue sólo cosa de hombres; hubo mujeres que creyeron en la República y trabajaron para consolidarla.
BB: Tu libro presenta una variedad enorme de personajes. ¿Cómo llevaste a cabo la investigación?
IR: Fue un proceso apasionante. Con algunas mujeres hay escritos directos; con otras, debemos recurrir a archivos, testimonios indirectos o documentos dispersos. Leo todo: lo que se ha escrito a favor, en contra, lo que se ignoraba y aparece por casualidad. Un ejemplo es la Reina Roja: su historia se destrabó gracias a una pista científica forense, un elemento que rompió interpretaciones previas.
Construir cada perfil implica combinar rigor, contexto y sensibilidad para no imponer lecturas actuales en épocas muy distintas.
BB: ¿Cómo se evita caer en la subjetividad cuando la historia la escriben, como dicen, “los vencedores”?
IR: No se evita del todo. Todo historiador tiene un sesgo. Pero lo importante es buscar muchas fuentes, muchos tonos, incluso documentos contradictorios, para reconstruir un panorama honesto. Además, trato de no hacer apología ni santificar a nadie. No busco heroínas perfectas ni villanas, busco mujeres reales, con decisiones complejas, que fueron decisivas para nuestra historia.
BB: Hijas de la historia 1 fue un éxito. ¿Qué esperas de esta segunda parte?
IR: Siento un profundo agradecimiento por la recepción del primer volumen. Hijas de la historia 2 es, en realidad, la continuación natural del proyecto; ambos tomos forman parte del mismo esfuerzo por completar la historia. Mi deseo es que el libro permita ver a estas mujeres en su justo medio, ni idealizadas ni olvidadas, y que el lector disfrute el viaje tanto como yo disfruté investigarlo.
BB: Cierras el libro con Leonora Carrington, una figura esencial del arte contemporáneo. ¿Por qué incluirla?
IR: Porque México no sólo es tierra de origen; también es tierra de acogida. Carrington crea su obra más importante aquí, un país que se convirtió en refugio para quienes huían de guerras y persecuciones. Su creatividad, tan ligada al paisaje cultural mexicano, nos recuerda que nuestra historia se ha construido con aportaciones de mujeres que vinieron de lejos, pero que echaron raíces aquí. Era indispensable incorporarla.
BB: Para quienes quieran conocer más, ¿qué presentaciones vienen?
IR: Estaré en la FIL Guadalajara y el 16 de diciembre en la Casa del Risco en la Ciudad de México. Con este nuevo libro, quiero reencontrarme con los clubes de lectura, que han sido fundamentales para la vida de este proyecto, y poder seguir teniendo contacto con los lectores, que es una de las mayores recompensas que me dio Hijas de la historia 1.

