Hace unos días tuve el gusto de presentar el libro póstumo de Margarita Carbó, Identidades antiguas, Estado moderno. Episodios de historia mexicana (México, Ítaca, 2025).
Margarita fue mi maestra de historia en la preparatoria. No sé cómo eran sus clases en el nivel universitario, pero en el nivel medio superior, Margarita enseñaba la historia como si la platicara en una conversación. Lo hacía con cadencia, con encanto, con gusto. Jamás asumía el tono magisterial de quien dicta a sus alumnos los apuntes o eleva la voz para declarar una verdad categórica. Sin embargo, no ocultaba —no podía hacerlo— la emoción con la que narraba la lucha de los pueblos, —en primer lugar, del pueblo mexicano— por la libertad y la justicia. Margarita no contaba la historia de manera mecánica sino con genuina emoción, una emoción muy honda que, sin embargo, no se desbordaba en aspavientos. Sin decirnos quiénes eran los buenos y quiénes los malos —no había en sus clases baratos recursos maniqueos—, lo que ella nos invitaba a pensar —porque se trataba de eso, de una invitación a pensar— era la dimensión ética de las relaciones sociales. Nada que ver con una concepción vulgarmente materialista o cientificista de la historia. La trama de la historia que ella nos contaba era la de una lucha por la libertad, por la justicia y por la dignidad. Por eso mismo, más allá de las fechas o de los nombres, lo que importaba en su pedagogía era la lección ética que servía como la trama profunda de su narración de los hechos del pasado. Estoy convencido de que lo que quería Margarita era que no sólo supiéramos encontrar esa dimensión ética en el pasado, sobre todo, en el de nuestro México, sino que, además, y, sobre todo, supiéramos encontrarla en nuestro presente, en ese México de finales de los años setenta en los que yo tomé clases con ella. Por eso puedo decir que Margarita no sólo nos instruía sobre los hechos pretéritos, sino que nos formaba para actuar responsablemente en el día a día.
He leído el libro de Margarita con placer. Se trata de una colección de artículos que se ocupan de distintos temas de la historia de México de los siglos XIX y XX y de algunos momentos de la historia europea y americana a partir de la Revolución francesa. Supongo que el origen de algunos de estos textos, que hasta ahora habían permanecido inéditos, fueron conferencias o ponencias. Algunos otros textos son más largos y salen de la esfera de la mera divulgación histórica para ofrecer una interpretación con detalle de ciertos acontecimientos. El resultado final es un libro de ágil lectura que nos brinda un panorama de la historia de México y del lugar de dicha historia en otra más amplia, la que abarca la historia continental, atlántica y europea. El periodo cubierto va desde la segunda mitad del siglo XVIII a la primera mitad del siglo XX, desde la sacudida de la Revolución francesa y de sus repercusiones en México hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial y sus efectos en nuestro país. El libro fue editado por sus hijas Eulalia y Anna Ribera Carbó a partir de escritos sueltos, sin embargo, al final de su lectura uno se queda con su manera personal de entender la historia. En el libro se cuentan distintos episodios que, puestos juntos y en el orden elegido, nos ofrecen una visión sobre la historia de México en la que la lucha por la libertad, por la justicia y la dignidad se revelan como uno de los hilos conductores que une a todos los textos. Otro hilo conductor cuenta la tensión entre el proyecto de un Estado moderno y la resistencia de las comunidades tradicionales. Algunos de los capítulos cuentan momentos críticos para la nación, por ejemplo, los que narran los sucesos de la guerra de Independencia, de la intervención norteamericana o de la Revolución mexicana. Otros capítulos tratan sobre diversos proyectos políticos y movimientos sociales, como el liberalismo del siglo XIX, el magonismo y el agrarismo del siglo XX. Como se dice en el texto de la cuarta de forros del libro, “en sus páginas resuenan los ecos de las brillantes clases de Margarita Carbó”.

